Sustentabilidad emocional para una mayor eficacia laboral

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Miguel Enrique Espeche| Madrid

 

Miguel Enrique Espeche es psicólogo, especialista en vínculos, salud mental comunitaria y potenciación humana. Ejerce como psicoterapeuta en Argentina y realiza conferencias y talleres sobre diversos temas para instituciones educativas, empresas y comunidades. Es coordinador general del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano, y trabaja con el “Diario La Nación” y la revista “Sophia”, además de colaborar con diversos medios de comunicación nacionales e internacionales. Publicó los libros «Penas de Amor, casos reales y actitudes frente al dolor emocional» y «Criar sin Miedo».

Espeche nos habla de la sustentabilidad emocional  de los directivos, invitándonos a valorar nuestra dimensión sensible para conseguir una mejor gestión de la vida en general, y a diferenciar la ansiedad y el entusiasmo genuino, con el fin de no dejarnos llevar por una vorágine que, a la larga, atenta contra la eficacia en el entorno laboral.

La complejidad de las emociones de los directivos 

Toda vida tiene una dimisión emocional. El problema es que dentro del mundo empresarial las emociones parecen, a veces, ser un obstáculo a la hora de los resultados. Sin embargo, no podemos especular con erradicarlas en nombre de la eficiencia. El ser humano ha pasado muchos millones de años para construir las emociones. Nuestra intuición es importante y, sin duda, debemos prestarle atención y aprender a convivir con nuestras emociones.

Generalmente, en el trabajo, nos movemos a partir de dos tipos de emociones: la ansiedad y el entusiasmo. ¿Qué genera la ansiedad? Miguel Enrique Espeche explica que el sentimiento que mueve a la ansiedad es el miedo, la misma sensación de alguien que está siendo perseguido por un león… pero sin león.

Y si nos preguntamos: ¿Es malo esto?… pues… se podría decir… que es lo mismo que el estrés. Se habla negativamente del estrés, pero en realidad es una herramienta que tenemos para sortear situaciones de emergencia, escenarios excepcionales que demandan una energía especial para ser resueltos. El problema es que esa situación y ese estado emocional no puede ser vivido continuamente, porque no podemos vivir diariamente movidos por el miedo.

Como contrapartida de esto aparece el entusiasmo genuino, que está relacionado con el amor a la tarea que llevamos adelante, a encontrar qué es lo que realmente queremos. La victoria está en emprender el camino y no en llegar a sus fines.

La motivación permite la sustentabilidad emocional de los CEOs

Al contrario de lo que indican algunos, el problema no es el vacío existencial, sino el lleno: estamos repletos de emociones como el miedo. Por ejemplo, uno de los elementos que más se percibe en las empresas es la presión. Eso es un tema controversial porque para algunos directivos, la presión funciona como combustible y, por eso, sería algo positivo. Sin embargo, Miguel Enrique Espeche considera que la presión está relacionada con el miedo (a perder el trabajo, a no ser reconocido, a fallar, etc).

En opinión del Sr. Espeche la presión y el miedo pueden funcionar como combustible a corto plazo, para salir de una crisis, resolver un problema puntual, pero de ninguna manera puede ser algo sustentable. Y el límite lo pone, habitualmente, el cuerpo: una úlcera, un infarto, un pico de presión…

Ante estas consideraciones, la gran pregunta es ¿cómo hacer que lo que nos mueva en el entorno laboral sea el entusiasmo y no la ansiedad que causa el miedo?. Hay que encontrar la vitalidad dentro del trabajo. Eso significa buscar algo que nos motive más allá de la rentabilidad de la empresa. Miguel Enrique Espeche aconseja preguntarnos: “¿Cuál es el intangible? ¿Qué es aquello de nuestro trabajo que le da sentido y que no tiene que ver con los resultados?”. Siempre hay una historia, un valor agregado, sólo hay que encontrarlo.

Son las ganas de hacer, la motivación, las que van a permitir la sustentabilidad emocional de los directivos y no el miedo, que solamente origina impulsos para momentos determinados, pero nada más. Debemos alumbrar el territorio emocional que desconocemos y que sin embargo, está presente todo el tiempo.

Hay que lograr valorizar nuestra dimensión sensible para lograr una buena y efectiva gestión de la vida, y aprender a distinguir entre la ansiedad y el entusiasmo genuino a fin de no dejarnos llevar por una vorágine que, a la larga, atenta contra la eficacia en nuestra vida profesional.