La gran dimisión ha puesto en evidencia que cada vez hay gente más desencantada con sus puestos laborales y no dudan en dejar sus empleos. Sin embargo, ¿es posible estar enamorado de tu trabajo como el primer día?
Igual que en una pareja hay que mantener vivo el amor, en el trabajo también hay que conservar la ilusión, la chispa o aquello que sentíamos el primer día que firmamos el contrato. Esa es la teoría. Sin embargo, la tarea se complica cuando sumamos reuniones ásperas, picos de actividad, meses de recortes y despidos o soportamos niveles de estrés desorbitado.
Por si fuera poco, la pandemia y el teletrabajo nos hizo abrir los ojos: de repente, descubrimos la cantidad de incomodidades que sufríamos en el día a día o nos cuestionamos si el trato que recibimos en la oficina es el correcto. Es como volver a la vida de pareja después de disfrutar unas vacaciones con los amigos. ¿Te apetece o te deprime?
Una relación que construir a diario
Obviamente, como en toda relación, no todo depende de uno. En anteriores artículos realizados por San Valentín ya vimos cómo los CEOS también deben enamorarse de sus trabajadores y cómo las empresas deben ser “atractivas” para todos. Pero esta vez vamos a centrarnos en aquello que encendió nuestra chispa, que nos hizo elegir un trabajo antes que otro: ¿seguimos enamorados de nuestro proyecto?
Tranquilos. No nos referimos a la manida frase de “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Obviamente la China feudal de hace 2.500 años en la que vivó Confucio no era nada fácil. Sin embargo, al bueno del filósofo se le olvidó que no buscamos un hobby, sino un medio de sustento.
“Cuando tienes una afición que te apasiona le dedicas horas y horas con todo el cariño del mundo, te sientes motivado porque eres libre, puedes parar cuando quieras para descansar, nadie te exige cómo hacerlo, no tienes un plazo de entrega, principalmente lo haces por y para ti. Pero una vez que transformas eso en tu fuente de ingresos, pierdes gran parte de esa libertad”, apunta la psicóloga Elisa Sánchez según recoge RHPress. “Por supuesto que es preferible que tu trabajo te guste, pero no es suficiente”, continúa.
Top ten de buenas prácticas para mantener la llama:
Una vez más el trabajo y el matrimonio son comparables. ¿No están los despachos de abogados están llenos de divorcios de gente que se ama? El amor por tu propósito laboral puede no ser suficiente. Por eso, hemos recopilado un top ten de buenas prácticas para continuar avivando “la chispa en la oficina”:
1.- Ten un hobby. Te ayudará a eliminar estrés y abrirá tu mente a otros campos. Los expertos en relaciones laborales fomentan la práctica de cursos de cocina, manualidades y, cómo no, actividades deportivas. Serás más productivo en tu trabajo y menos conflictivo.
2.- No seas complaciente. ¿Te crees el mejor en tu campo? Pues tarde o temprano te verás sacudido por “el síndrome del día de la marmota”. No tienes que luchar contra nadie, pero sí contra ti mismo. Mantén siempre la vista en el horizonte, con nuevos retos en la mente.
3.- Reclama tiempo para ti. Tu trabajo te gusta, te apasiona, pero ten en mente que no es tu vida. Descansa, cuídate, no olvides relacionarte… si quieres ser productivo, tienes que aprender a parar.
4.- Está permitido mostrar emociones. Muchas veces eludimos hablar de cómo nos sentimos porque creemos que es un signo de falta de profesionalidad. Sin embargo, no es así. Verbalizar los problemas ayuda a superar un problema.
5.- Pregunta y duda. La curiosidad cada vez está mejor valorada en las empresas. Decir lo que crees que los superiores quieren oír no hace avanzar a la compañía.
6.- Crea listas con lo que no te gusta de tu trabajo, lo que se te da bien y lo que te apasiona. Nunca dejes que las dos primeras aplasten a la tercera. Reserva tiempo de tu jornada laboral a esos pequeños placeres y aprende a marcar límites a esas tareas que te resultan tan tediosas.
7.- No vincules tu identidad con tu trabajo. Vivimos en una sociedad donde se idolatra el desarrollo profesional, pero hay que saber poner límites. Los psicólogos denominan “enredo” cuando los límites personales se vuelven borrosos y las identidades individuales pierden importancia. Suele suceder en las denominadas “relaciones tóxicas de pareja”, pero también pueden darse con un trabajo.
8.- Define tus valores. Decide lo que es importante para ti. Es sano que el trabajo no se encuentre en primera posición.
9.- Aprende a reconocer a los “Imbéciles en el trabajo”. Así los denomina Tessa West, una psicóloga social de la Universidad de Nueva York. Entre sus perfiles destacan “la aplanadora”, “el abusador psicológico”, “el lisonjero resuelve problemas”, “los parásitos”… Una vez que detectes cómo actúan establece normas inquebrantables en tu relación con ellos y el trabajo que realizáis en común.
10.- Y sé realista. En todos los trabajos hay una parte de monotonía inevitable. Pretender que nuestros trabajos sean perfectos puede crearte mucha ansiedad.
Ya solo te queda buscar a ese tal Confucio y ponerle a filosofar 8 horas seguidas al día y con las KPIs de resultados por delante.