
Helena López Casares Pertusa| Madrid
«La vida es un cúmulo de fortalezas»
Su vida deportiva empieza a los tres años. Natación, fútbol, tenis, pádel… pocas son las disciplinas en las que no haya competido, y todo se lo debe a su padre. Él le transmitió el amor por el deporte, el afán de superación y el espíritu de lucha.
Llegó a la esgrima por casualidad, o más bien ella llegó a él hasta calarle en lo más profundo. Desde el día en el que encontró la publicidad de la Sala de Armas en el buzón de su casa de Madrid hasta hoy mismo, la espada no sólo se ha convertido en una extensión de su brazo, sino que le ha enseñado a hacer propios valores como el honor, el respeto o la elegancia.
Su maestro, su familia, sus amigos y sus compañeros son parte importante de la medalla olímpica de bronce que consiguió en los JJ. OO. De Pekín en 2008. Ésta es la historia de José Luis Abajo.
«Hay que ir desgranando los objetivos lo más posible para llegar a la meta»
Un esgrimista debe analizar todos los detalles y circunstancias con el fin de dirigirse hacia su objetivo de la manera más eficaz. En el mundo de la esgrima el autodiagnóstico, el autocontrol y la automotivación son tres aliados clave para el asalto.
José Luis Abajo trabaja para mantener los elementos controlables bajo su paraguas y tratar de que lo incontrolable no le afecte. Para él el éxito está formado por el talento más X. La X para el campeón olímpico es el trabajo y el esfuerzo.
«Mi vida deportiva se concentró en cuatro segundos»
José Luis Abajo concentra la consecución de su medalla olímpica en cuatro segundos, un breve espacio de tiempo en el que puso en práctica todos sus conocimientos y experiencia para ganar.
Este asalto, el más importante de su vida, no habría sido posible sin un cambio de estrategia, un giro en su manera de abordar la esgrima y de enfrentarse al contrincante.