El trastorno por déficit de atención o hiperactividad es uno de los problemas que más preocupa a muchos padres y madres de nuestro país. Según las estadísticas el 5% de los niños y jóvenes de nuestra sociedad lo padecen. Diagnosticado o no, la hiperactividad es un signo de nuestro tiempo que no afecta sólo a los más pequeños. Son muchos los profesionales, incluyendo directivos, aquejados por la necesidad del trabajo incesante. Conoce al jefe hiperactivo.
Javier Urra, Doctor en Psicología y primer defensor del menor, asegura que esta situación se debe a “no saber decir no, querer llegar a todo, sentirse imprescindible, tomar decisiones constantemente o viajar sin descanso”. Urra afirma que no es ejemplo porque su hiperactividad le llevó a sufrir un grave infarto de miocardio, pero cree que debemos ser conscientes de la imposibilidad de realizar todo lo que queramos. “Hemos generado una sociedad donde todo el mundo quiere llegar a más cosas, más lejos, estrujar la vida, sacarle todo el jugo, conocer ciudades, ir a espectáculos… y no se alcanza”.
La importancia de la atención
Daniel Goleman, autor y psicólogo que acuñó el concepto de Inteligencia emocional, ha dedicado años de su vida a investigar y escribir sobre la atención. La califica como “la parte esencial” de todas nuestras actividades.
En las entrevistas de presentación de su libro Focus, afirmaba que “si no estás atento, probablemente no puedes acabar ni una conversación, mucho menos un proyecto. La distracción es enemigo de nuestras capacidades. Si dejamos que entre, el producto de lo que sea que estemos haciendo será inferior al que podía haber sido de estar completamente concentrados. Y esto vale para todo y para todos”.
Mindfulness
Desde hace años son muchas las empresas y los directivos que ante ese problema tratan de buscar solución con herramientas como el mindfulness. Para Javier Carril, socio director de Execoach, esta disciplina trabaja “la atención plena al aquí y ahora, implica estar focalizado al máximo, evitar la dispersión, concentrar toda la energía y recursos en los objetivos marcados”.
Goleman y Carril coinciden en que una mayor concentración aumenta el grado de empatía con quienes nos rodean. Precisamente, uno de los obstáculos que diagnóstica Urra es la dificultad de gestionar y organizar equipos desde un estado de hiperactividad. “Se trasmite mal lo que no es coherente con la propia forma de ser, de actuar. Otra cosa es emplear bien el tiempo, no desperdiciarlo, anticipar, reunir conocimientos, aprovechar aprendizajes, etc.”.
¿Qué genera un jefe hiperactivo?
Gabriel Ginebra, en su libro El Japonés que estrelló el tren para ganar tiempo, aboga también por esa gestión del tiempo y no por entregarse a la actividad sin descanso que deteriora a la persona y también el liderazgo ante su equipo. Para este Doctor en organización de empresa lo idea es hallar una velocidad de crucero que nos permite “hacer las cosas sin deteriorar nuestra capacidad para seguir haciéndolas”.
Ginebra va un paso más allá y analiza cómo algunos directivos traspasan esa hiperactividad a los procesos de su compañía. Como los niños, los directivos tratan de hacer demasiadas cosas y este problema acaba generando “organizaciones barrocas” con un exceso de burocracia y procesos internos. Una conducta agravada , según Ginebra, por el desarrollo paralelo de la sociedad de la información y la tecnología.