Algunas personas están inexorablemente ligadas a sus obras. Martin Seligman lo está a Indefensión. En la depresión, el desarrollo y la muerte (2000, Debate), aunque sea autor de otros best sellers. Porque es en este primero, precisamente, donde el psicólogo e investigador estadounidense detalla lo que se conoce como indefensión aprendida, un estado psicológico dominado por el desánimo y estrechamente relacionado con la depresión.
¿Qué es la indefensión aprendida?
La indefensión aprendida es ese sentimiento de derrota que nos invade tras comprobar que ninguno de nuestros esfuerzos sirven para alcanzar los objetivos deseados. A menudo resulta incapacitante, pues las personas abandonan su empresa ante la gran frustración que padecen. Y he aquí el gran problema que suscita.
Sin embargo, señala Seligman que esa indefensión es de carácter subjetivo, capaz, por otra parte, de arrastrarnos a la renuncia e incluso a estados de ansiedad, desmotivación, baja autoestima o depresión ante la falta de control. En posteriores obras, donde Seligman transita por los vericuetos de la psicología positiva, nos anima a escapar de dicha subjetividad. Al parecer, siempre hay un camino.
Motivación ligada a la experiencia
Las investigaciones de Seligman en la década de 1960 supusieron un hito en la comprensión del comportamiento de las personas cuando se ven sometidas a situaciones frustrantes. Porque demostró, entre otras cosas, que el desánimo es tal en dichos contextos que ni siquiera estas personas optan por intentar alcanzar de nuevo sus metas cuando las condiciones les son favorables. En otras palabras: las experiencias negativas, de falta de control, inhabilitan la capacidad de las personas de actuar ante nuevos escenarios.
De hecho, se considera a este psicólogo como uno de los padres de las nuevas teorías de la resiliencia, la transformación y la motivación, al señalar que las experiencias negativas del pasado no deben condicionarnos ni lastrar nuestras expectativas futuras.
El Experimento de Seligman
Uno de los experimentos más famosos de Seligman para llegar a tales conclusiones consistió en lo siguiente:
El psicólogo empleó varios perros para crear grupos de estudio, concretamente tres: uno donde los perros podían detener las descargas eléctricas suministradas presionando una palanca, otro donde no podían hacer nada por evitarlas y un tercero que no recibía tales estímulos. Después, todos los perros fueron trasladados a una caja donde contaban con un compartimento seguro, sin descargas. El resultado es que los perros que habían podido detener, controlar, las descargas saltaban al compartimento seguro. También aquellos que no las habían recibido. Sin embargo, los que habían sido sometidos a estas sin ningún control por su parte, no intentaban saltar a la zona segura, pues estaban convencidos de que no podrían hacer nada al respecto, de que sus iniciativas no llegarían a buen puerto, quedando así anulados e indefensos ante más descargas.
Aquellos perros que se rindieron eran víctimas de esa indefensión aprendida y Seligman demostró ya en la década de los 60, al menos en parte, que la motivación depende mucho: de las experiencias aprendidas en el pasado, de la capacidad de control sobre el entorno y del estado emocional, pues la frustración lastra la capacidad tanto de aprendizaje como de mostrarse proactivos.
Indefensión aprendida en el ámbito laboral
Como señalamos, la indefensión aprendida ha servido para teorizar sobre la necesidad de cultivar capacidades como la resiliencia en entornos laborales para alcanzar el éxito.
La indefensión aprendida despoja a las personas de sus habilidades para tomar la iniciativa, ser proactivas o intentarlo de nuevo incluso cuando han fracasado.
Una de las claves pasa por comprender que existen elementos que no podemos controlar, pero que estos no tienen porque perpetuarse en el tiempo. Otra, por entender que esa idea de incapacidad puede ser irracional, y que debemos equilibrar nuestra percepción para ajustarla a la realidad. Y una tercera, por cultivar la virtud de hacer de una experiencia negativa una oportunidad de aprendizaje.
De hecho, el liderazgo humanista trata de impulsar entornos de trabajo diseñados para aumentar la seguridad en uno mismo y la capacidad de adaptación como mecanismos contra ese bloqueo fruto de la indefensión aprendida.
¿Qué hacer cuando se padece indefensión aprendida?
1. Ser consciente de nuestras propias capacidades y de nuestro poder de maniobra frente agentes externos. En definitiva: relativizar sobre nuestra responsabilidad ante determinados hechos.
2. Recordad aquellos éxitos que sí hemos cosechado, pues aumenta la confianza y mejora la autoestima, así como nuestros valores y fortalezas.
3. Aprender de los errores cometidos para crecer como profesionales y como personas, el éxito es un camino largo camino, con grandes pendientes ascendentes y descendentes, donde la insistencia es el principal aliado.4. Tener confianza en el futuro, pues es cambiante, y puede brindarnos nuevas oportunidades que ni siquiera alcanzamos a imaginar.