El sueldo de un CEO puede acabar con la empresa

El sueldo de un CEO puede acabar con la empresa
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El sueldo de un CEO puede acabar con la empresa

Guillermo Moratinos| Madrid

 

La conclusión a la que ha llegado la Comisión inglesa de Altos Salarios no puede ser más clara, y es que según ellos, los grandes salarios de los directivos ingleses son “corrosivos” para la economía.  Este organismo asegura que en los últimos 30 años la desigualdad entre lo que cobran los directivos y la gente de a pie se ha incrementado, la remuneración de estos cargos ha crecido en los últimos tiempos un 4.000 por ciento.

Reino Unido no es el único país en el que esto sucede, ya que es una práctica bastante extendida en las sociedades actuales. El mundo del directivo está en el punto de mira. Los ciudadanos ven cómo mientras ellos tienen que ajustarse el cinturón y sufrir los recortes de los gobiernos, a estos directivos el sueldo se les sigue manteniendo intacto. Estos casos son todavía más polémicos cuando se trata de entidades financieras que han recibido ayudas públicas para evitar su quiebra.

Los altos ejecutivos españoles, los terceros que más cobran

La situación de España se puede asemejar… si nos comparamos con Europa,  salimos perdiendo. Según un informe elaborado por Adecco y el IESE, el salario medio de los españoles es un 20 por ciento inferior a la media europea con 21.500 euros anuales. De los países seleccionados para el estudio, sólo Portugal, Hungría, Rumanía, Bulgaria y Eslovaquia perciben una remuneración menor. El problema es que si analizamos los salarios de los altos ejecutivos de la banca, la diferencia es todavía mayor. Según un estudio de Alphaville publicado en el diario Le Parisien, los españoles son los terceros que más cobran –sólo por detrás de británicos y suizos- con 3.701 millones de euros anuales en 2010.

El profesor de comportamiento organizacional del IE, Ignacio Álvarez de Mon, aseguraba en una entrevista concedida al diario “El Confidencial”, que estas retribuciones son una “sinrazón” y alerta de esa desconexión entre rendimientos y salarios. Álvarez de Mon achaca al sistema de objetivos estos resultados, ya que se hace “a corto plazo y no se fijan de forma sostenible”.Esto hace que empresas con pérdidas, que están despidiendo a trabajadores y que cuentan hasta con ayudas públicas, estén pagando altos salarios a la cúpula de la compañía.

Carlos Cuervo, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nebrija, explica que “el devenir económico ha hecho que estos sueldos no tengan nada que ver con la realidad. Son de antes de la crisis, con la euforia de esos años, y no se han adaptado a los cambios. No se ajustan a la verdad y están afectando a la credibilidad de estas empresas”. Sin embargo, cree que limitar esos salarios sólo “tendría un efecto simbólico”, ya que el efecto práctico en las cuentas sería reducido.

Cómo solucionar el problema de los altos sueldos

La Comisión inglesa de Altos Salarios recomienda solucionar la cuestión haciendo un esfuerzo en tres puntos fundamentales: transparencia, responsabilidad y equidad. Entre otras cosas, pide que se paguen sueldos simples, que no estén divididos en muchas partidas, que se publique la remuneración de los ejecutivos más importantes y la relación de la distribución de los beneficios, que se establezcan comisiones que supervisen la equidad de las compensaciones, etc.

El decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nebrija explica que estas prácticas “se están acabando progresivamente y ya no se contratan ejecutivos en esas condiciones”, sino que los que cobran esas retribuciones fueron contratados antes de la crisis.

Cuervo alude a que “las empresas que han tenido apoyo público o las entidades que han sido rescatadas al día siguiente de su intervención deberían cambiar los sueldos” porque son los mismos que nos han llevado a esta situación. Sin embargo, en las empresas que van bien reconoce que “es más difícil”, aunque aboga por una “sensibilización” para evitar los efectos negativos que tienen en la opinión pública estas prácticas.

Carlos Cuervo lamenta esa “absurda desigualdad”, pide una regulación más precisa, aunque no un control al detalle, y aboga por establecer unos parámetros para incorporarlos a las buenas prácticas corporativas.Si está convencido sin embargo de que “poco a poco la transparencia empresarial va a ir aumentando porque aquí está tardando en implantarse. En EEUU es algo normal”.

Ignacio Álvarez de Mon dice que “hay que repensar el sistema para que sea acorde a los intereses globales, sea más justo y esté vinculado a los beneficios”. A su juicio, todo este asunto es un tema de “legislación y voluntad política” y pide que se depuren responsabilidades. “Esta crisis supongo que algo bueno nos traerá” y habrá un replanteamiento jurídico, moral y de principios, indispensable para el cambio de la sociedad.