Debate electoral: Cinco candidatos para un trabajo de Chief Executive Leader

Foto: Europa Press

En plena campaña electoral, la enésima en los último cuatro años y la segunda de este 2019, en la que concurren exactamente los mismos candidatos que en la de abril, toca reflexionar sobre el liderazgo que representan y que escenificaron en el debate de televisión los cinco presidenciables. Este es el análisis de Jesús V. Izquierdo, Chief Executive Leader en The Worldgate Group y profesor de IE Business School.

Pedro Sánchez, el resistente, el incumbent

En este último papel es donde se le ha visto en las últimas semanas. Hasta ahora, el candidato del PSOE ha conjugado las oportunidades que ofrecen el aquí y el ahora, lo que siempre ha sido la principal baza para avanzar en su carrera. Este presentismo hace que se cree una dicotomía entre el relato de Pedro Sánchez y sus acciones, pues habla del pasado y del futuro y cambia constantemente de orientación en el presente.

Esta línea fue la que se siguió en el debate, obviando responder a cuestiones que se le plantearon directamente tales como: ¿es Cataluña una nación?

Pablo Casado, el inesperado

En abril, las elecciones le cogieron recién estrenando el sillón de Génova y con poco tiempo, y menos margen, para organizar y potenciar su hegemonía. Ahora, más de seis meses después, parece que ha aprendido a entender el entorno y a leer, entrelíneas, el contexto sociocultural, y por ello ha apostado por la mesura con un discurso, e incluso una imagen, de hombre de Estado.

En el debate mostró cierta prudencia, pero quizá no acabó definiendo al 100% qué proyecto puede conducir.

Albert Rivera, el transgresor o quizá el transgredido

Su llegada a la esfera pública fue innovadora, sin embargo, la vanguardia ha acabado siendo tal que ahora mismo el votante no tiene o no entiende la información que le llega sobre las posturas del candidato en relación a las cuestiones que le afectan.

Un ejemplo de este desalineamiento puede ser ilustrado con el adoquín al se aferró ayer para mostrar lo que sucede en Barcelona.

Pablo Iglesias, el populista

Durante mucho tiempo, hizo de su capacidad de escuchar al ciudadano su mayor virtud, para buscar, así, la posibilidad de atender las necesidades sociales. Sin embargo, esta voluntad de prestar servicio se ha ido diluyendo, derivando en una soledad cada vez mayor de quien en su momento se dio baños de masas.

Tal vez su lapsus verbal en el debate, que se convirtió inmediatamente en carne de meme, le devuelva a la primera línea comunicativa.

 

Santiago Abascal, el patriótico

Ha visto en la bandera de España, y en otros valores tradicionales, un nicho de oportunidad a explorar. Así, facilita la coherencia sobre sus objetivos y programa electoral y, al mismo tiempo, ayuda a que los electores lo identifiquen ágilmente.

El riesgo pudiera ser que una asociación tan grande a los símbolos simplificara el discurso, sin embargo, en el debate se mostró pedagógico y sólido, para que el público pudiera evaluar sus competencias con sencillez.

Estos son los principales candidatos con los que habremos de encontrarnos el 10 de noviembre. En mi opinión, lo que nos queda a los ciudadanos es valorar su confianza y su credibilidad; también tener en cuenta su capacidad para crear y gestionar las expectativas; analizar, en la medida de lo posible, su formación, su preparación y la experiencia del equipo que dirigen. Y es que nos merecemos un presidente (y CEO del país) que cumpla con lo prometido, que gestione la incertidumbre, que ofrezca seguridad y valentía y que sea honesto con los españoles.

Por Jesús V. Izquierdo, Chief Executive Leader en The Worldgate Group