Hasta hace poco, la microgestión era el estilo de liderazgo que imperaba en muchas empresas. La pandemia, a través del teletrabajo y de concentrar la actividad presencial en lo imprescindible nos ha llevado, entre otras cosas, a fomentar la autonomía de los colaboradores y los equipos. Unos colaboradores más autónomos se traducen en empresas más exitosas, ágiles, resilientes y centradas en el cliente. Eso sí, como todo, con unos objetivos y una estrategia clara. Por Josep Capell, CEO de CEINSA.
Fomentar la autonomía
Según el informe ‘State of the American Workplace’ el 60% de los empleados considera que sus gerentes están demasiado encima de su trabajo. Aunque ya hace tiempo que se observa una cierta tendencia hacia la flexibilización laboral, muchas empresas se resisten a romper inercias y la microgestión sigue muy presente. Una microgestión que se ha centrado en el presencialismo y en un control férreo de la actividad de los trabajadores.
Sin embargo, es hora de pasar de esa microgestión, que reduce la productividad de los empleados y mina su confianza en la organización, a otro enfoque que fomente su autonomía y les dé voz. Por supuesto, siempre basándose en unos objetivos y una estrategia clara.
Autogestión, no de falta de liderazgo
Por autonomía de los empleados, o autogestión, nos referimos al hecho de que un líder permita a sus colaboradores organizar algunos aspectos de sus tareas, tanto en lo que se refiere a su rutina diaria como a procesos concretos. Esto implica darles voz, que participen de forma activa en las conversaciones y decisiones de la organización. En definitiva, empoderarles.
Transitar hacia un modelo de este tipo requiere, necesariamente, un cambio en el mindset por parte de los líderes y de los colaboradores. Debe pasarse de la gestión de las tareas a la gestión de las personas. El foco es la meta y, para ello, los colaboradores deciden cómo organizarse sin depender de una dirección que baje a todos y cada uno de los detalles.
El liderazgo fomenta la autogestión y la iniciativa, proponiendo hitos a alcanzar y estando disponible para las situaciones en que sean requeridos.
Buenas prácticas para impulsar la autonomía de los empleados
Como en todo proceso, fomentar la autonomía de los empleados siempre debe partir de una estrategia previa clara y unos objetivos medibles. A partir de aquí, el líder se enfocará en mostrar a sus empleados por qué su trabajo es tan importante para la empresa.
- Un aspecto igualmente importante es la comunicación, que debe ser clara y bidireccional. Clara para que todos sepan cuál es su rol, cómo lo están haciendo y cómo pueden mejorar. Y bidireccional para que los empleados sean escuchados, comprometidos y colaboren entre sí.
- Otra recomendación es que, siempre que los objetivos establecidos se estén cumpliendo en plazo, los colaboradores puedan decidir cómo realizarán sus tareas o resolverán un problema concreto. Esto pasa por delegar de forma efectiva, formando y guiando adecuadamente a los trabajadores y orientándoles sin participar en todas las decisiones.
- Por otro lado, la confianza es un pilar clave de la autonomía y también debe ser bidireccional. En lo que respecta a generar confianza hacia el liderazgo, se recomienda que los responsables no se limiten a dar órdenes, sino que ejerzan de coach; sean transparentes; asuman la responsabilidad cuando el equipo falla; den crédito al equipo cuando éste tiene éxito y prediquen con el ejemplo.
Finalmente, impulsar la autonomía también pasa por contratar a las personas adecuadas, ya que no todo el mundo tiene la misma capacidad de trabajar autogestionándose.