Esta semana me tocó moderar una mesa redonda bajo el título “La persistencia como clave de éxito”. Era en el XXIX Foro anual organizado por el Club Excelencia en la gestión. (Entiéndase el concepto Persistencia como indica la RAE: la firmeza y constancia en la manera de ser y obrar)
Participaban en la mesa 4 directiv@s con brillantes trayectorias profesionales. Al final de la mesa, después de debatir sobre diferentes cuestiones vinculadas a su capacidad como líderes Persistentes y a cómo esa idea de “no tirar nunca la toalla” la trasladaban a sus equipos, se me ocurrió preguntarles para cerrar el debate cómo debemos hacer para educar a los más jóvenes en ese valor de la Persistencia, tanto en casa como en nuestras empresas, en una sociedad en la que la inmediatez y la baja tolerancia a la frustración parece que define a las nuevas generaciones.
Me ofrecieron todos muy interesantes opiniones y uno de los participantes en el panel me expuso el caso de uno de sus hijos, con el que había tenido que trabajar la Persistencia pues tuvo unos años de muy bajo rendimiento académico. Confesó el directivo que su hijo estuvo un tiempo algo perdido. Noté mientras nos lo explicaba que sus ojos brillaban y efectivamente es que Jaime de Jaraiz, máximo responsable de LG Electronics en España, estaba emocionado, contándonos algo personal en un foro en el presumiblemente se viene a debatir sobre Gestión y Excelencia. Jaime, Presidente y CEO de una compañía que está en la mayoría de nuestras casas, se mostró a corazón abierto contándonos que en aquel momento, cuando su hijo tenía tan malos resultados, él ya no sabía qué hacer, pero siempre le aconsejaba trabajar mucho y sonreír: que no perdiera la sonrisa por muy perdido que estuviera con su vida.
Con la experiencia de los años presentando tantos eventos, y con lo que me gusta a mí una buena sonrisa, estaba empatizando con el trago emotivo que atravesaba el CEO del gigante coreano… Viendo además que justo en ese mismo momento entraba en la sala para cerrar el acto -con el consecuente revuelo- la ministra (Doña Teresa Ribera), acompañada de todo su séquito, decidí echarle un capote a Jaime y le dije que me sentía muy identificada con la historia que nos contaba porque precisamente yo misma esta semana estaba intentando superar la noticia de un 1,5 en un examen de Física y Química de una de mis hijas. Una niña que desde pequeña afortunadamente ha tenido también una permanente sonrisa.
Con la confesión de la nota de mi hija adolescente, y algún titular más como conclusión de la mesa, despedí a los participantes. La audiencia les aplaudió. Lo cierto es que lo hicieron todos genial y salió entonces la ministra al escenario a concluir institucionalmente este foro de empresarios y directivos.
Mi sorpresa fue que la ministra Teresa Ribera, tan acostumbrados que nos tienen los políticos a discursos leídos y aprendidos de memoria, demostró que ella no necesita papeles y que sabía muy bien al foro que se dirigía. Cogió como palanca el 1,5 de la nota de mi hija en Física y Química y, mirándome a los ojos ( mientras yo estaba en mi butaca del auditorio), inició su discurso para animarnos a todos en esto de que la mejora es siempre posible (con un 1.5 sobre 10 desde luego que la mejora existe. Para mí, que fui una empollona, asumir ese 1.5 es realmente un momento muy adverso).
Necesitamos en las empresas esa búsqueda de la excelencia como idea básica para avanzar en momentos de adversidad.
Acabó la ministra su discurso y al bajar del escenario, lo primero que hizo fue dirigirse a mi para animarme a superar el 1,5 que, según ella, seguro se convertiría en una nota excelente en otras muchas asignaturas de la vida de mi hija y me dio un afectuoso apretón de manos, de esos que se dan con las dos manos abrazando la del otro que me parece muy tierno para un político/a.
Pues estas son las cosas que intento que ocurran en los eventos en los que participo: crear un buen clima, favorecer un entorno en el que podamos romper los estereotipos. Ni todos los CEOs de grandes corporaciones son tan racionales como para no emocionarse en público ni todos los políticos son tan distantes como para no saltarse el protocolo.
No tiene secreto, la clave es conseguir que las personas nos mostremos como somos, más allá del cargo que aparezca en nuestras tarjetas de visita que, por cierto, he comprobado que en los eventos se vuelven a intercambiar muchas tarjetas, algo que pensé que ya estaba pasado de moda, pero parece se vuelve a los básicos. Nos lo explicó bien Toni Nadal en su conferencia sobre su forma de entrenar y llevar al éxito absoluto a su sobrino Rafa Nadal: “Esforzarse más que el resto”, “Las excusas alivian pero no te hacen ganar”, “No hay partido poco importante”… Entre otras lecciones básicas de liderazgo.
Después estuve un rato hablando con Jaime, nos hicimos una foto, y me emplazó junto al resto de participantes en la mesa redonda a comer un día rica comida coreana a LG. Siendo la coreana una de mis cocinas favoritas, acepté encantada 😊 Intentaré en esa visita sacar alguna lección del Liderazgo coreano que compartiré con todos en www.canalceo.com
Vivan los CEOs, que como Rafa Nadal, se emocionan en público!