‘Mea culpa’: los sesgos inconscientes son un reto para el liderazgo y un freno para la diversidad

sesgos inconscientes

Parece ser que en España nos gustan tanto los documentales de La2 como la diversidad en la empresa. Todos los ven y la ponen en práctica en sus organizaciones, pero a la hora de la verdad persisten las desigualdades. La explicación que existe detrás de este fenómeno son los sesgos inconscientes: una suerte de mecanismos de autodefensa que todos tenemos para relacionarnos con nuestro entorno. Y de la que nadie se escapa, ni Canal CEO aunque pongamos todo nuestro empeño en ello.

Aunque se les suele otorgar una connotación negativa, lo cierto es que estas ideas preconcebidas presentan una diferencia fundamental respecto a los prejuicios o los estereotipos: mientras que la naturaleza de estos es de carácter social, somos nosotros mismos quienes creamos nuestros propios sesgos inconscientes a partir de nuestras experiencias vitales.

Por todo lo anterior, los sesgos inconscientes no son ni buenos ni malos, pero sí suponen una limitación a la hora de relacionarnos con otras personas. Por eso, cuando estos sesgos condicionan el ejercicio del liderazgo de un CEO constituyen una seria amenaza para su empresa, pues limitan enormemente cuestiones tan enriquecedoras como la diversidad, la asunción de riesgos o la innovación.

En definitiva, un líder excesivamente sesgado puede convertirse en un obstáculo tanto para la productividad de su equipo como para el crecimiento de su compañía.

Comportamiento instintivo

Se calcula que el 90% de las decisiones que adoptamos tienen un origen instintivo e irracional, es decir, son el resultado de la intervención de nuestros sesgos inconscientes. Al fin y al cabo, el objetivo de estas etiquetas mentales es facilitarnos la clasificación de las personas de una forma rápida y sencilla. Esto no tendría que ser perjudicial para el ejercicio del liderazgo, de no ser porque en ocasiones esos sesgos hacen que nos formemos impresiones equivocadas respecto a unos profesionales o desarrollemos actitudes discriminatorias frente a otros.

Por eso, lo primero que debe tener claro cualquier persona, y especialmente alguien que lidera equipos, es que también tiene sus propios sesgos inconscientes. Una vez que haya asumido eso, el siguiente paso será identificar cuáles son esos sesgos y discernir los que le son útiles para el ejercicio del liderazgo y los que pueden resultar peligrosos. Al fin y al cabo, esos sesgos influirán en muchas de las decisiones que  adopte en el día a día de su empresa, e incluso pueden condicionar los procesos de contratación de personal o las soluciones que se proponen para resolver los problemas de la compañía.

En esta imagen, ¿quién dirías que está al mando?

Sesgos y toma de decisiones

El primero y posiblemente el más importante de todos los sesgos inconscientes vinculados al liderazgo está directamente relacionado con la idea anterior: se trata del metasesgo, que no es otra cosa que la negativa de un líder a asumir que también tiene sus propios sesgos. Y otro prejuicio muy vinculado a la dirección empresarial es el de la aversión a la pérdida, que es lo que nos frena a la hora de asumir riesgos y nos convierte en personas conservadoras y poco entusiastas hacia los cambios.

Durante los últimos años también se ha empezado a otorgar cada vez más protagonismo al sesgo de género, que es el que sigue llevando a muchos líderes empresariales a considerar que los hombres tienen mayores habilidades que las mujeres para el ejercicio de las tareas de más responsabilidad. Este sesgo está en el origen del denominado techo de cristal, que no es más que un ejemplo muy representativo de lo peligrosos que son los sesgos en términos de diversidad.

Cuantas más personas intervengan en la adopción de una decisión, menos condicionada estará por los sesgos inconscientes de sus responsables.

Sesgos con los miembros de nuestro equipo

También hay que tener en cuenta el sesgo de anclaje, que es aquel que nos lleva a pensar que un trabajador senior tendrá dificultades para lidiar con la tecnología o que uno joven carecerá de capacidad de sacrificio. Similares son las consecuencias de los efectos halo y diablo, que son los sesgos que nos llevan a fijarnos únicamente en una cualidad positiva (halo) o negativa (diablo) de una persona, lo que a su vez nos lleva a generarnos expectativas demasiado altas o demasiado bajas de esas personas.

Los siguientes sesgos son válidos para cualquier interacción humana: el sesgo de afinidad, que nos lleva a evaluar de forma positiva a quienes son afines a nosotros (en términos de procedencia, aficiones, creencias, etc.); el sesgo cultural, que hace que nos juntemos con quienes se parecen a nosotros y nos alejemos de los diferentes; el sesgo de confirmación, aquel que interviene cuando nos quedamos únicamente con la información de una persona que confirma nuestra idea preconcebida sobre esa persona; y el sesgo de belleza, que otorga toda la importancia a las apariencias (pese a que muchas veces engañan).

Prevención de los sesgos

Como decíamos anteriormente, es fundamental asumir que todas las personas tienen sus propios sesgos inconscientes y que estos pueden influir en la toma de decisiones o en las relaciones con otras personas. En el caso de los líderes empresariales, lo ideal es que se mantengan alerta respecto a sus propios sesgos y traten de deconstruirlos, de desaprenderlos, lo que conseguirán tomando decisiones de forma pausada y no instintiva, tratando a los integrantes de su equipo como individuos únicos o desarrollando criterios de decisión lo más objetivos posibles.

Una forma muy eficaz de alcanzar esa objetividad es fomentando la variedad, porque cuantas más personas intervengan en la adopción de una decisión, menos condicionada estará por los sesgos inconscientes de sus responsables. Además, los líderes empresariales deben esforzarse por practicar la empatía, pues esta cualidad les ayudará a ser conscientes de que cada persona es distinta y percibe el mundo de un modo diferente. Al igual que también deben apostar por la formación, que es la mejor receta para que las personas tomen consciencia de sus sesgos y sean capaces de manejarlos.