«El director general tiene que ayudar más y chillar menos»

Laura Martín | 2 de febrero de 2015

Fernando Polo y Juan Luis Polo se dieron cuenta en 2009 de que para salvar su empresa de la quiebra debían de cambiar toda su estructura desde dentro. Lidertarios es un libro que recoge la historia de liderazgo de estos empresarios. Con duras medidas y una drástica transformación Territorio Creativo salió adelante y, a día de hoy sigue creciendo de forma ininterrumpida desde hace cinco años más de un 30% cada año.

¿Su secreto? Crear una organización descentralizada sin necesidad de mandos donde cada uno pudiese dar forma a sus sueños y materializarlos en forma de proyectos dentro de la empresa. «Cuando se llega a decir que una persona es bien mandada no es buena señal, porque lo que necesitamos son ‘imprendedores’, personas que tienen la iniciativa y que sin que les digan lo que tienen que hacer lo hagan y esté alineado con la empresa», afirma Fernando Polo, socio de TC.

La cultura del ‘imprendimiento’

Un imprendedor es una persona que tiene una motivación intrínseca para aprender y desarrollar sus propios proyectos dentro de su empresa. Pero, ¿cómo se pueden crear ‘imprendedores’ en empresas tradicionales en las que no se practica habitualmente esta forma de trabajo?. Según Fernando y Juan Luis Polo, estas son las claves:

Fijar una visión: la empresa tiene que tener un objetivo, algo más allá del día a día. Una visión que nos ayude a cambiar el mundo en algo, a ofrecer un servicio a las personas o las empresas, en definitiva un proyecto social.

Conseguir el desarrollo profesional de los trabajadores: Establecer un entorno en el que la persona tenga la libertad para evolucionar y avanzar profesionalmente. Dar oportunidades de progreso para que el empleado no se sienta estancado en su puesto de trabajo.

Dar autonomía: Ceder el control de algunas actividades de la empresa a los empleados y ofrecerles un voto de confianza para llevar a cabo los proyectos de la organización.

Las personas de una organización son lo más importante, el cambio tiene que empezar por ellos. Se necesitan más conceptos ‘soft’ que ‘hard’ en las empresas. Esto significa que en primer lugar hay que trabajar criterios más ‘suaves’, como el afecto y reconocimiento de las personas para poder hablar de otros más ‘fuertes’, tales como la productividad,  las ventajas competitivas y la eficiencia.

El líder no es un micro management

Pero este camino de reestructuración sólo puede comenzar a realizarse si los directores generales, presidentes, o accionistas de las empresas tienen esa voluntad de transformación. Si ellos no están de acuerdo, el cambio no podrá secundarse. Lo fundamental es tener la convicción de que el líder 2.0 «es más un coach o un profesor, tiene que ayudar más y chillar menos para ganarse su autoridad», expresan los autores.

En la era digital un líder no tiene que estar ahí para tomar las decisiones sobre lo que deben hacer sus empleados, simplemente está ahí para inspirar la evolución y el crecimiento de la empresa. Los directores generales no son los que generan impulso si no los que respaldan a la compañía.

[pullquote] «Hay gente que presume de que la contratación del personal pasa siempre por el director general» [/pullquote]

En muchas organizaciones, «hay gente que presume de que la contratación del personal pasa siempre por el director general, y no, ya que las decisiones de selección de personas van a impactar en los equipos», afirma el CEO de TC. Por tanto, es esencial que sean los propios equipos los que tengan la responsabilidad de conocer y elegir quien está en consonancia con cada proyecto que se lleva a cabo dentro de la organización.

Empresas tradicionales como BBVA son un ejemplo visible de este cambio ya que está empezando a adoptar medidas para transformar la organización de su estructura corporativa, en la que se está comenzando a eliminar cargos directivos innecesarios o  realizando acciones para atraer talento joven.

Liderazgo en comandita

«Cuando hablamos del líder de una empresa parece que pintas la foto de la persona», apunta F.Polo. Siempre atribuimos el concepto de liderazgo a una única persona, que ejerce el control total de una organización. En los organigramas tradicionales el jefe es la primera pieza del puzzle, del cual nace y se desarrolla toda una red de personas y equipos.

Por el contrario, en lidertarios se defiende un liderazgo en «comandita», por lo que no hay un único eslabón en la parte superior del árbol genealógico de la empresa, si no que todos pueden ser líderes de la compañía y lo que se hace es liderar por proyectos. Además, hay que tener en cuenta la temporalidad del líder, ya que si un plan no funciona el líder tiene toda la responsabilidad del mismo.

En definitiva, el liderazgo no es una tarea fácil requiere un profundo análisis de las acciones que se realizan en la empresa y hay que tener en muy en cuenta la visión que persigue. El esfuerzo y pretensión de cambio, son fundamentales en una sociedad digital que exige cada vez más y sobre todo, manteniendo un perfil muy humano en el que el servicio a los demás está en el primer plano.