Liderar… ¿perjudica seriamente la salud?

Liderar salud

Al menos eso dicen numerosos estudios. La pandemia ha abierto la caja de Pandora. Las empresas reconocen la importancia de hablar de salud mental. Sin embargo, los ejecutivos se autocensuran. Y esta mala praxis comienza a pasar factura.

Si eres CEO y estás pasando una mala racha, mejor no leas este artículo. O tal vez sí. Verás que no estás solo. De hecho, según el último estudio de Deloitte, el 43% de los jefes sufre un gran estrés laboral, el 73% no puede desconectar cuando termina el trabajo y un 25% asegura, sin tapujos, estar deprimidos.

Después de que las acciones caigan en bolsa un 30%, un CEO parece 18 meses más viejo, según la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos

La salud también va en el sueldo

Hasta ahora, los directivos se repetían como un mantra que era algo normal, “que iba en el sueldo”. Durante la pandemia, se encargaron de “arengar a las tropas”, de cuidar a las plantillas. Sin embargo, ellos no tenían en quién apoyarse, ya que cualquier síntoma de debilidad podría presentarles como menos aptos para el puesto.

En Estados Unidos parece que se ha abierto la olla a presión: Deloitte asegura que el 56% de los altos ejecutivos han dimitido recientemente. ¡Y el 81% se plantea cambiar de puesto! Es lo que se denomina “la gran renuncia”. Es un cambio radical en la mentalidad del CEO. Compañías como Randstad NV creen que estos abandonos seguirán aumentando y se extenderán a más países.

“Existe un gran nivel de autoselección por parte de los directores generales, así como por parte de los consejos de administración. Tienes que demostrar que poseer resiliencia, que eres duro, antes de que te coloquen en este tipo de puestos. Las personas que han tenido problemas de salud mental muchas veces se abstienen antes de solicitar puestos de alto nivel, porque saben que la presión es enorme. Y los miembros del consejo de administración buscarán cualquier señal que indique que alguien no es realmente apto para este tipo de funciones”, explica Frederik Anseel, vicedecano de la Escuela de Negocios de la UNSW.

Una semana de crisis equivale a un año y medio de vida

La famosa NBER estadounidense (la Oficina Nacional de Investigación Económica) se ha preguntado qué está pasando con los altos directivos. En marzo de 2021 publicó un estudio muy revelador: “CEO Stress, Aging, and Death (Estrés, Envejecimiento y Muerte de los Directores Generales)”.

Descubrieron que la tasa de mortalidad de los Directores Generales en Estados Unidos iba muy unida a la salud de la compañía. Mediante diferentes algoritmos de inteligencia artificial descubrieron que, después de que las acciones caigan en bolsa un 30%, un CEO parece 18 meses más viejo. ¡Una semana de crisis podría cobrarse año y medio de su vida!

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La salud mental de los CEOS corre más riesgo que nunca

“Nunca antes había estado tan en riesgo la salud mental y el bienestar de los directores generales”, asegura Marina Go, ex directora de Heart Australia a la revista del IMD (International Institute for Management Development). «2021 ha sido un año mucho más duro que 2020, que ya fue bastante difícil. He notado más fatiga de la que hemos visto anteriormente entre los líderes de las organizaciones”.

«Los directores generales no se han considerado a sí mismos. Lo comparo con las aerolíneas cuando dicen que, en caso de emergencia, hay que ponerse primero las máscaras de oxígeno antes de ocuparse de los demás. Y lo que hemos visto con los directores generales es que, en muchos casos, no se han puesto la máscara ellos mismos», explica Go.

Quién cuida del cuidador

El estudio de Deloitte también coincide con esta apreciación: los CEOS no se han puesto la máscara de oxígeno mientras el avión tenía turbulencias. El 95% de los altos ejecutivos están de acuerdo en que son ellos los responsables del bienestar de los empleados, pero… ¿a quién hacemos responsables de que ellos no se cuiden?

Las previsiones para el futuro no son muy halagüeñas. Se estima (así lo ha recogido un estudio publicado en la revista científica The Lancet), que la salud mental costará a la economía global 6 billones de dólares (5.160 millones de euros) en 2030.

Los CEOs, como podemos ver, no están excluidos en estos números. Es el momento de plantearnos quién va a cuidar al cuidador.

Para Deloitte es clave la figura de un liderazgo experto en salud. Además, los directivos deben empezar a ser más transparentes respecto a sus propios problemas.