Gobernanza China: armonía como base para la competitividad

Imagen: Reporteros Sin Fronteras

Xi Jinping es el último ejemplo de una larga historia de liderazgo de origen chino. De hecho, la base de la filosofía política y ética del gigante asiático la estableció Confucio cinco siglos antes del nacimiento de Jesucristo. Su pensamiento, que dio lugar al confucionamismo, sigue teniendo una influencia en China muy superior a la de otras corrientes posteriores, como el budismo, el taoísmo o incluso el marxismo y rige el funcionamiento de sus empresas.

El pasado verano llegó a las librerías Gobernanza China: Historias en los discursos de Xi Jinping (LID Editorial). El libro es una compilación de discursos del actual líder del Partido Comunista de China, en los que se refleja su peculiar y exitoso estilo comunicativo, con un lenguaje sencillo, empático, emotivo y cercano que apunta directamente al corazón de los chinos.

De la redacción del libro se ha ocupado People’s Daily, el periódico más importante de China y también la voz autorizada del régimen comunista, que ha dividido los temas tratados en dos bloques: los relacionados con la política interna china y los de carácter internacional.

«Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, ¿cómo sabrá gobernar a los demás?»

El origen del liderazgo y pensamiento chino

Gobernanza China | LID Editorial

Confucio entendía el liderazgo como la defensa de un orden que consideraba fundamental para el funcionamiento de la sociedad y que se organizaba a partir de las relaciones jerárquicas. De este modo, los gobernados debían obedecer a sus gobernantes, cuyo liderazgo no se debía imponer por la fuerza sino de manera armoniosa. Básicamente, Confucio consideraba que existe un contrato social por el que los gobernados tienen que ser leales a sus gobernantes, siempre que estos se preocupen del bienestar de sus subordinados (de no hacerlo, podrán ser derrocados).

El filósofo más influyente de la historia de China fue coetáneo de su militar más afamado: Sun Tzu. El general, autor de El Arte de la Guerra, también estableció las cualidades que en su opinión debían poseer los líderes militares chinos. En primer lugar, debían dar órdenes “razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes”, pues si las instrucciones no se entendían no sería culpa de la tropa, sino de su general. También consideraba que el líder debía acumular una serie de virtudes (ser estricto y destacar por su sabiduría, sinceridad y humanidad). Y por supuesto, debía saber recompensar a sus hombres tras las victorias y retirarse una vez perdida la confianza de sus soldados.

La gobernanza corporativa china

Las ideas de Confucio o Sun Tzu han influido en la forma en la que se administran las empresas chinas, cuyo crecimiento de las últimas décadas han situado al gigante asiático como la segunda potencia económica mundial. Al contrario de lo que muchos piensan, esta forma de organización corporativa responde a una rigurosa metodología que desmiente esas leyendas que aseguran que los chinos solo saben obeceder sin rechistar o que jamás se responsabilizan de sus errores.

Como la sociedad china, sus empresas también se rigen por el principio de armonía, funcionando de una forma similar a la de un árbol: el líder es la raíz, mientras que el tronco son los responsables de los departamentos y las ramas son los trabajadores. Su funcionamiento armonioso permite que el conjunto no se resienta si alguna de las partes falla.

Todo se basa en la comunidad de pensamiento y en el acuerdo para avanzar en una única dirección.

Las empresas chinas esperan de sus trabajadores que sean responsables y se esfuercen, y a cambio les proporcionan estabilidad económica y espiritual. Su funcionamiento, por tanto, bebe del contrato social de Confucio: todos los miembros de la organización comparten un objetivo común y tienen derecho a recibir la formación que les permita desarrollarse como personas. Si los líderes no cumplen, podrán ser derrocados (o en este caso, reemplazados).

Diferencias con EEUU o Europa

El modelo de gobernanza corporativa china es radicalmente opuesto al estadounidense, que se basa en el individualismo, la meritocracia y la competencia. En este modelo, la figura del líder es esencial pues se trata de la persona que representa y transmite los valores de la organización, cultiva su marca personal y tanto su éxito como su vida personal sirven como ejemplo e inspiración a los demás.

El modelo corporativo europeo, por su parte, se sitúa a medio camino entre el estadounidense y el chino. Las empresas no cultivan tanto el individualismo, pero tampoco funcionan como una suerte de sociedad en miniatura. Este modelo es consecuencia del Estado de Bienestar europeo, de modo que es mucho más rígido que el americano, pero también más cómodo e igualitario.

Por su parte, los líderes empresariales europeos acompañan a sus profesionales en el camino, son solucionadores de problemas, y aunque tienen más protagonismo que en las corporaciones chinas, su vida personal o su éxito pasan desapercibidos en comparación con los de los empresarios americanos. Angela Merkel o Amancio Ortega son buenos ejemplos de ese liderazgo a la europea, pues nada tienen que ver con fenómenos mediáticos como Steve Jobs o Barack Obama, pero tampoco con la discreción de Wang Jinalin (presidente del conglomerado Wanda) o del propio Xi Jinping.