El concepto de estrategia proviene del campo militar. Hay muchos grandes líderes de la historia como Julio César o Napoleón que no habrían entrado a formar parte de ella si no hubiese sido gracias a su pensamiento estratégico. Pero, como diría Gandhi: «En algún momento, el liderazgo se relacionó con la fuerza; ahora se relaciona con la capacidad de diálogo».
Por ello, la capacidad crítica y estratégica se han convertido en un aspecto fundamental para el impulso y desarrollo de acciones que potencien la ventaja competitiva de las organizaciones.
Por tanto, de esa idea inicial nos quedamos con el concepto de competición y de habilidad para dialogar para conseguir los objetivos y propósitos de las compañías. Muchas organizaciones cuentan con una buena planificación estratégica pero no potencian las tácticas de pensamiento de sus líderes o en otros niveles de su empresa.
El pensamiento estratégico no es lo mismo que la planificación estratégica, pero ambos son importantes y se necesitan el uno al otro.
¿Cómo fomentar una buena planificación?
Muchas empresas tienen una buena planificación pero podrían desarrollar mejor su pensamiento estratégico, es decir, explicitar o detallar las opciones de la organización que orientarán las decisiones de la misma en un marco temporal. Por ello, la planificación cobra sentido gracias al pensamiento estratégico de los equipos.
Si bien, no es sencillo desarrollar esa forma de analizar las situaciones y buscar soluciones, es importante inculcar habilidades para fomentar esta capacidad de análisis en los empleados:
1) Activar su capacidad crítica
Desarrollar técnicas para la innovación y aumentar tu capacidad para hacerte preguntas como: ¿Por qué funciona esto? ¿Por qué no? ¿Qué piensan mis clientes sobre la empresa? ¿Qué valores se muestran sobre ella? La capacidad de cuestionarse cada una de las acciones que se lleva a cabo hará que se adquieras mayor información a través de la observación.
2) Crear una rutina o espacio de pensamiento
Animar a los líderes y empleados a dedicar unos minutos al día o a la semana a reflexionar e investigar. Ayudará a estar más comprometido con la finalidad de la compañía. Puede ser importante tener un espacio reservado para practicar estas técnicas de pensamiento.
3) Utilizar diferentes técnicas estratégicas de pensamiento
El pensamiento divergente, que consiste en «adivinar» el futuro. Imaginar cualquier posibilidad, en cualquier dirección cuyo resultado es una gran cantidad de ideas que se apartan de lo convencional. El pensamiento convergente, por el contrario, estrecha las opciones a una o dos y las analiza en profundidad, con el fin de elegir la mejor posibilidad.
4) Comunicación de la estrategia elegida
La comprensión por todo el equipo de la estrategia que se va a ejecutar es fundamental para llevar a cabo el plan. Incluso, puede que sea sometida a revisión tras la aportación de nuevos enfoques de diferentes personas implicadas en la ejecución del plan estratégico.
5) Recompensar el pensamiento estratégico
Resaltar las habilidades o capacidad estratégica para la resolución de problemas. En definitiva, la motivación puede ayudar a expandir el pensamiento estratégico a diferentes áreas de la empresa.