David Reyero, HR Business Partner en Sanofi Iberia, reflexiona sobre los beneficios de afrontar con valentía nuestras creencias limitantes. Esas percepciones que nos impiden crecer y alcanzar nuestros proyectos.
La súbita y brutal crisis del Coronavirus nos ha vuelto a demostrar los beneficios de afrontar con valentía nuestras creencias limitantes. Un ejemplo evidente ha sido el teletrabajo. Hace pocas semanas en muchas compañías estaba extendidas algunas de estas ideas: “En mi empresa el teletrabajo no puede funcionar, nuestra cultura organizativa no está preparada, en nuestro sector es complicado, nuestro equipo reducirá su rendimiento…”.
Excusas, inercias, miedo a lo desconocido y lo nuevo. Actitudes naturales de duda ante nuevas formas de trabajo. Hoy el Covid-19 ha llevado a un crecimiento exponencial de un “teletrabajo atípico”: obligatorio, masivo y del 100% de jornada, lo que no es habitual ni posiblemente bueno para el éxito de estos programas en condiciones normales.
Las creencias limitantes son percepciones de la realidad que nos impiden crecer y alcanzar nuestros proyectos ilusionantes. Visiones que realmente no son ciertas pero que consolidan el “círculo vicioso”.
Creencias limitantes: el enemigo en casa
Sin embargo, en una mayoría de organizaciones y empleados se ha demostrado que “el miedo al teletrabajo” era infundado. En pocos días muchas empresas cambiaron radicalmente y con éxito sus formas de hacer y liderar personas. Un cambio drástico que me ha hecho reflexionar sobre cómo las creencias limitantes pueden ser nuestro peor enemigo.
Las creencias limitantes son percepciones de la realidad que nos impiden crecer y alcanzar nuestros proyectos ilusionantes. Visiones que realmente no son ciertas pero que consolidan el “círculo vicioso”. Como creo que es imposible no lo intento y como no lo intento no lo consigo. Y entonces se cumple nuestra creencia inicial. Estas convicciones son múltiples y muchas veces inconscientes, lo que dificulta que las afrontemos con acierto.
Los 10 pensamientos a eliminar de tu mindset en 2021:
Estos son 10 tipos de “pensamientos de escasez” muy habituales. Enfoques erróneos que nos impiden avanzar hacia nuestra grandeza genuina.
1. No tengo tiempo: falta de priorización entre lo urgente y lo importancia en un mundo con continuas interferencias y estímulos. Priorizar, saber decir no, poner la energía en lo relevante es hoy algo fundamental y una ventaja competitiva en cualquier profesional.
2. Mañana empiezo: pereza para afrontar cambios que percibimos como necesario pero que sabemos nos costará asumir.
3. No sé por dónde empezar: falta de claridad sobre el camino a seguir. Algo que suele ser habitual el principio de cualquier avance y que no debería paralizarnos sino animarnos a explorar y definir la mejor vía.
Tener un propósito personal más elevado que vivir cada día es muy recomendable en estos tiempos de múltiples oportunidades y confusión.
4. No tengo dinero: excusa que muchas veces ponemos cuando nos surge una oportunidad o una inversión. Hoy el crédito está disponible para personas con buenas ideas y credibilidad.
5. No tengo talento: falta de autoconfianza y de claridad sobre nuestras fortalezas y pasiones, un aspecto clave para ser empleable.
6. No necesito a nadie: individualismo es una actitud que, en muchas ocasiones, reducirá el impacto de nuestros actos e ideas. El mundo actual es cada vez más colaborativo, incluso con competidores naturales porque nadie tiene todas las respuestas.
7. A todo el mundo le va mejor que a mí: compararse con los demás no suele ser buena idea. Lo importante es poner el foco en nuestro camino con ambición de mejora continua. Siempre habrá personas con más éxito que nosotros por bien que nos vaya y eso no debería frustrarnos.
8. Temo fracasar: la parálisis, el miedo a no conseguirlo es humano.
Ante estas situaciones vale la pena pensar que es mejor fracaso que arrepentirse por siempre de no haberlo intentado.
9. No puedo cometer errores: el perfeccionismo, el objetivo cero errores nos perjudica. Innovar, probar cosas nuevas, avanzar suele conllevar algunos errores. Lo importante no es no equivocarse sino aprender de nuestros tropiezos.
10. Tengo que caer bien a todo el mundo: está demostrado que nuestra felicidad depende más de tener un propósito vital claro y unas expectativas razonables que del éxito material o social. Por tanto no depende tanto de la aprobación y el prestigio a ojos de los demás sino de nuestra coherencia interna entre lo que hacemos diariamente y nuestro plan de vida.
Cuestionar periódicamente nuestras creencias es fundamental para llegar a ser lo que en potencia ya somos. Muchas oportunidades de todo tipo están ahí fuera esperándonos. Depende de nosotros que las disfrutemos o queden difuminadas en una ilusión irrealizable.
Tengamos mentalidad de abundancia y no de escasez, una de las claves de las personas más plenas en lo personal y profesional.
David Reyero Trapiello
Senior HR Business Partner
Sanofi Iberia
Twitter: @davidreyero73