Por David Boronat, Presidente de Multiplica | 12 reglas para vivir de Jordan Peterson son de esos libros que te invitan a pensar en toda una serie de cosas en las que habitualmente no pensamos pero que muchas veces marcan la diferencia entre tener una vida normalita o una vida tremendamente satisfactoria.
Aquí las 12 reglas o cosas que sabías que no sabías que sabías 😉
Regla 1. Enderézate y mantén los hombros hacia atrás
Si comienzas a erguirte, la gente te mirará y te tratará de forma distinta. Si, en cambio, adoptas una mala postura – si te desplomas al sentarte, con los hombros arqueados hacia adelante – te sentirás insignificante, derrotado e inútil. Y las reacciones de los demás amplificarán esa sensación.
Hay una calculadora espantosamente instintiva en lo más profundo de nuestro interior, en la base misma de nuestro cerebro, muy por debajo de nuestros pensamientos y sentimientos que controla con toda exactitud dónde nos situamos en la sociedad.
Y esto no es algo solo de los seres humanos. A lo largo de milenios, los animales que tienen que cohabitar con otros en los mismos territorios han ido aprendiendo numerosos ardides para conseguir dominar y, al mismo tiempo, exponerse lo mínimo posible a cualquier daño.
Las langostas, por ejemplo, llevan aquí, de una forma u otra, más de 350 millones de años. Y se preocupan y mucho de ir erguidas ya que se tantean entre sí fijándose en sus posturas. No les hace falta entender con quién pueden meterse y a quién es mejor evitar. El macho dominante, con su postura erguida y confiada, no solo consigue la casa envidiada y el mejor acceso al terreno de caza, también se queda con las chicas. Las langostas hembras identifican al macho dominante con rapidez y, acto seguido, pasan a sentir por él una irresistible atracción.
Cuando en ocasiones se enfrentan, el cerebro de una langosta derrotada es muy distinto del de una ganadora, lo que se refleja en sus correspondientes posturas. Dos sustancias químicas son las culpables: la serotonina y la octopamina.
No importa si se trata de un aspecto físico y biológico o bien social y cultural. Lo único que cuenta desde una perspectiva darwinista es la permanencia, y lo cierto es que las jerarquías de dominación, por muy sociales o culturales que puedan parecer, llevan presentes quinientos millones de años.
Todos nosotros hemos vivido en una jerarquía de dominación durante mucho mucho tiempo. Ya estábamos compitiendo por una posición antes de tener piel, manos, pulmones o huesos.
Por eso, cuando sufrimos una derrota, nos comportamos de forma muy parecida a las langostas que han perdido una pelea. Nuestra postura se encoge, miramos al suelo, nos sentimos amenazados, heridos, ansiosos y débiles. Una baja serotonina significa menos confianza en uno mismo. Significa una mayor respuesta al estrés.
Puede que seas un perdedor nato, o puede que no, pero, si lo eres, no tienes que seguir siéndolo. Quizás solo hayas desarrollado una mala costumbre. Quizás no seas más que un cúmulo de malas costumbres. Quizás no seas más que un cúmulo de malas costumbres. En cualquier caso, incluso si originalmente esa postura retraída te la impusieron las circunstancias – por que no eras popular o sufriste bullying en casa o en el colegio – ya no tiene por qué ser adecuada. Las circunstancias cambian. Si vas arrastrándote con las mismas pintas que caracterizan a una langosta derrotada, la gente te asignará un estatus inferior y ese antiguo dispositivo del fondo de tu cerebro que compartes con los crustáceos te atribuirá un número bajo de dominación.
Así que presta atención a tu postura. Anda con la cabeza bien alta y mira al frente con franqueza. Atrévete a ser un peligro. Haz que la serotonina fluya a raudales a través de las vías neuronales que arden a la espera de su efecto tranquilizante.
Inspírate en la langosta victoriosa. Enderézate con los hombros hacia atrás.
Regla 2. Trátate a ti mismo como si fueras alguien que depende de ti
Tú te conoces mejor que nadie. Eres una persona bastante mala y otros saben que es así. Pero solo tú conoces el repertorio completo de tus faltas secretas, tus carencias y tus ineptitudes. Nadie cuenta con más razones para despreciarte, para conocer tu patetismo.
Todo esto lo escribe Jordan, no yo 😉 Pero Jordan también dice que nos merecemos cierto respeto. Te mereces cierto respeto. Y te lo mereces porque eres importante para otras personas y también para ti. Tratarte como a alguien a quien tienes la responsabilidad de ayudar supone considerar lo que de verdad sería bueno para ti.
Tienes que mirar hacia el futuro y pensar: ¿Cómo sería mi vida si me cuidara debidamente? Tienes que decidir adónde vas para poder así luchar en tu nombre, para no terminar siendo alguien resentido, vengativo y cruel. Tienes que disciplinarte cuidadosamente.
No subestimes el poder de la visión y la dirección. Hay que fortalecerse, así que empieza contigo. Cuídate. Define quién eres. Refina tu personalidad. Elige tu destino y expresa tu ser.
Regla 3. Traba amistad con aquellas personas que quieran lo mejor para ti.
Parece muy obvio. Pero, muchas veces mantenemos amistades muy-bien-uno-no-sabe-por- qué (cuando muchas veces te hacen más mal que bien o – aunque no te lo hagan a ti – simplemente hacen en general más mal que bien).
Pero, la amistad es un arreglo recíproco. No existe ninguna obligación moral de respaldar a alguien que está haciendo del mundo un lugar peor. Por eso, es algo bueno, no egoísta, elegir a gente que es buena para ti y rodearte de ella. Si te rodeas de personas que apoyan tus aspiraciones, éstas te respaldarán cuando hagas bien – a ti y a los demás – y te castigarán con delicadeza cuando no sea el caso. Las personas que no aspiran a cosas elevadas harán justo lo contrario. Así que cuídate bien de quien eres amigo o amiga.
Regla 4. No te compares con otro, compárate con quién eras tú antes
Da igual lo bueno que seas en algo o cómo contabilizas tus logros, hoy en día siempre hay alguien por ahí que te hace quedar como un incompetente. ¿A quién le importa que seas el primer ministro de Canadá cuando otra persona es el presidente de los Estados Unidos?
Dentro de nosotros hay una voz que está al corriente de todo esto. Por eso, ten cuidado cuando te compares con los demás.
No te compares con otro, compárate con quien eras tú antes. Concéntrate en ti y busca algo que te molesta, que te preocupa, que no te deja estar, que podrías y querrías arreglar. ¿Qué me molesta?. ¿Es algo que podría arreglar?. ¿Estaría verdaderamente dispuesto a arreglarlo? Pregúntate si en tu vida o en tu situación actual hay algún desbarajuste que puedas y quieras arreglar.
Hazlo todos los días un rato, y a partir de entonces hazlo el resto de tu vida. ¿Qué podría y querría hacer para que la vida fuera un poco mejor? Puede que sea más importante viajar feliz que alcanzar con éxito la meta. Pide y recibirás. Llama y se abrirá la puerta. Si pides queriéndolo y llamas con la intención de entrar, puede que se te ofrezca la oportunidad de mejorar tu vida.
Pídelo de forma honesta y humilde. Ponte un objetivo modesto. No hay que empezar cargando mucho peso, sobre todo si nos ponemos a pensar en lo limitado de tus habilidades, tu tendencia al engaño, todo el resentimiento que llevas encima y tu facilidad para escurrir el bulto.
¿Qué podría y querría hacer para conseguirlo y qué pequeña recompensa me gustaría a cambio? Y entonces haces lo que hayas decidido. Y luego te concedes el dichoso café para celebrarlo. Quizás todo te parezca una tontería, pero lo haces igual. Y lo vuelves a hacer mañana, al día siguiente y el de después, y poco a poco el listón a partir del cual comparas irá subiendo, y eso es magia. Eso se llama interés compuesto. Hazlo durante tres años y tu vida será totalmente diferente.
Regla 5. No permitas que tus hijos hagan cosas que detestes
En términos estadísticos, los niños de dos años son las personas más violentas que existen. Dan patadas, pegan y muerden y también les quitan sus cosas a los demás. Lo hacen para explorar, para expresar rabia y frustración, para satisfacer sus impulsivos deseos. Y lo que resulta más importante para nosotros, lo hacen para descubrir los verdaderos límites del comportamiento permisible. ¿Cómo de fuerte puedo pegar a mamá? Pues hasta que proteste.
Por eso, tienen muchas más probabilidades de ir por el mal camino si no se los entrena, se los disciplina y se los apoya como es debido. Si no se le ha enseñado a un niño a comportarse apropiadamente antes de los cuatro años de edad, durante toda su vida le resultará difícil hacer amigos, como la ciencia ha demostrado.
A los padres de hoy en día les aterrorizan dos palabras: disciplina y castigo. Los padres modernos se encuentran sencillamente paralizados por el miedo a que sus hijos dejen de quererlos si los reprenden por cualquier motivo.
¿Entonces cómo hay que disciplinar a los niños? Es una pregunta muy complicada, porque los niños presentan temperamentos muy distintos. Partamos de una idea inicial muy sencilla: no habría que poner más normas de las necesarias. No hay que abrumar a los niños con demasiadas reglas. Utilizando la menor fuerza necesaria para aplicarlas.
A algunos niños una simple mirada los paraliza y otros se detienen cuando se les da una orden. Pero a algunos puede que les haga falta recibir en la mano el golpe de un dedo índice extendido. ‘No hay ninguna excusa para el castigo físico’ equivale a mantener la ficción en virtud de la cual los diablo adolescentes emergen de pequeños e inocentes angelitos infantiles.
No le estás haciendo ningún favor a tu hijo cuando pasas por alto su mala conducta, sobre todo si, por su propio temperamento, exhibe una mayor agresividad.
Regla 6. Antes de criticar a alguien, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden
No culpes al capitalismo, a la izquierda radical, a la maldad de tus enemigos. No reorganices todo el país hasta que hayas puesto en orden tu propia experiencia.
Por eso, ¿has limpiado tu vida?. Si la respuesta es no, aquí hay algo que puedes probar: Deja de hacer las cosas que sabes que están mal. Empieza hoy mismo. Empieza por lo más pequeño. Y deja la crítica para otros.
Regla 7. Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado
El sacrificio presente puede mejorar nuestro futuro. Si eres disciplinado y das más importancia al futuro que al presente, puedes cambiar la estructura de la realidad a tu favor. A partir de este punto, apunta hacia arriba. Presta atención. Arregla lo que puedas arreglar. No seas arrogante. Sé consciente de tus propios defectos: tu cobardía, tu perversidad, tu resentimiento, tu odio.
Si abandonas las falsedades y vives de acuerdo con los dictados de tu conciencia, mantendrás tu nobleza incluso ante la mayor de las amenazas. Si vives de forma verdadera y plena, podrás descubrir un significado tan profundo que te proteja del miedo a la muerte. Si actúas de forma recta, tus acciones te permitirán estar psicológicamente integrado tanto hoy como mañana y también a medida que avances hacia el futuro.
Contar con significado en tu vida es mejor que tener aquello que deseas, porque puede que no sepas qué es lo que deseas ni lo que de verdad necesitas. El significado indica que te encuentras en el lugar adecuado, en el momento adecuado, en el equilibrio justo entre orden y caos, allí donde todo se alinea de la mejor forma posible.
El significado es el lugar donde vives cuando te guía el amor, cuando dices la verdad y cuando nada de lo que quieres ni de lo que puedas querer pasa por delante de eso mismo. Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado, no aquello que más te convenga.
Regla 8. Di la verdad, o por lo menos no mientas
La gran mentira necesita de la pequeña mentira. La mayor de las mentiras se compone de otras más pequeñas, que cada una de estas se compone de mentirijillas, y que la menor de ellas es el origen de la gran mentira. Primero, es una mentirijilla; acto seguido, surgen muchas más para secundarla. Luego, es el turno de las ideas distorsionadas que sirven para evitar la vergüenza producida por esas pequeñas mentiras y, después, es de unas cuantas más para camuflar las consecuencias de todas esas ideas. Entonces, y de la forma más terrible, esas mentiras que ahora resultan necesarias se transforman mediante la práctica en una forma de comportamiento, en acciones automatizadas, especializadas y de carácter inconsciente.
Puedes utilizar las palabras para manipular el mundo y hacer que te proporcione lo que quieras. Es lo que viene a ser ‘actuar políticamente’. Tergiversar. Después de eso aparece la arrogancia y el sentido de superioridad que inevitablemente acompañan a la producción de mentiras logradas. Todo el mundo parece engañado, así que todos menos yo son unos estúpido, puedo engañar a todo el mundo y salirme con la mía.
Faltar a la verdad, por muy buenas intenciones que motivaran tal decisión, era algo que podría generar consecuencias imprevistas. Si te traicionas a ti mismo, si dices cosas falsas, si escenificas una mentira, lo que haces es debilitar tu carácter. Si tienes un carácter débil, te avasallará la primera adversidad que surja, e inevitablemente surgirán. Intentarás esconderte, pero ya no podrás hacerlo en ningún sitio.
¿Qué hacer cuando no sabes qué hacer? Di la verdad. La verdad construye edificios que pueden resistir en pie durante miles de años. La verdad reduce la terrible complejidad de una persona a la simplicidad de su palabra.
Regla 9. La persona a la que escuchas puede saber algo que tú no sabes
Cuando participas en una auténtica conversación, escuchas y hablas, pero sobre todo escuchas. Y escuchar significa prestar atención. Es increíble lo que las personas te cuentan cuando eres capaz de escuchar.
Pensar de verdad es algo poco común, igual que escuchar de verdad. Pensar es escucharte a ti mismo. Es algo difícil porque, para pensar, tiene que haber por lo menos dos personas al mismo tiempo y es necesario que no estén de acuerdo. pensar es un diálogo interno entre dos o más formas distintas de ver el mundo.
Pensar de verdad es complejo. Requiere al mismo tiempo ser un orador elocuente y escuchar de forma atenta y sensata. Una persona que escucha somete a examen lo que dices (y lo que piensas) sin necesidad de pronunciar una sola palabra.
La gran mayoría de nosotros no sabe escuchar; nos vemos obligados a evaluar, porque escuchar es peligroso, hace falta valentía y no siempre la tenemos.
Repetir las ideas y sentimientos de la persona que acaba de hablar de forma minuciosa (con una formulación que esa persona apruebe) nos ayudará a entender realmente lo que la otra persona está diciendo y ayudará a la otra persona a consolidar y utilizar mejor la memoria.
Declaras lo que esa información te ha suscitado: qué nuevas cosas ha hecho aparecer en tu interior, cómo han cambiado tus presunciones, cómo ha hecho que te plantees nuevas preguntas. Y todo eso se lo dices directamente a esa misma persona y entonces tienes el mismo efecto en ella. De esa forma, ambos avanzamos hacia un lugar más nuevo, más amplio y mejor. Ambos cambiáis, a medida que dejas que tus antiguos supuestos mueran, a medida que te desprendes de tu antigua piel y te renuevas.
Así pues, escucha, escúchate a ti y escucha a aquellas personas con las que hablas. A partir de ahí, tu sabiduría no se compondrá de aquello que ya sabes, sino de la búsqueda continua de conocimiento, que constituye la forma más elevada de sabiduría.
Da por hecho que la persona a la que escuchas puede saber algo que tú no sabes.
Regla 10. A la hora de hablar exprésate con precisión
Todo lo que no está en orden se barre debajo de la alfombra, donde los dragones se ponen las botas comiendo migajas. Pero nadie dice nada. En su lugar, todos hacen como si nada ocurriera. A corto plazo, es más fácil mantener la paz. Hasta que, un día, da un salto que nadie puede ignorar. Y entonces es una relación extramarital o un litigio por la custodia que dura décadas.
Quizás habrías podido hacer todo eso en vez de replegarse en la agradable, perezosa y cobarde excusa del ‘está bien así, no vale la pena ponerse a pelear’. O ‘Es algo que puedo aguantar’. Quizás todo ese conflicto que nunca se abordó los dejó a ambos cargados de resentimiento, de una forma que nunca se verbalizó, pero se materializó invariablemente en acciones. Quizás el respeto se fue transformando lentamente en desprecio y nadie se molestó en darse cuenta.
Cada una de los cientos de miles de cuestiones ocultas explotan como si fuera el diluvio de Noé y lo anegan todo. Y aquí no hay arca, porque nadie la ha construido, aunque todo el mundo pudo ver cómo la tormenta se acercaba.
Hay poderosos motivos para entregarse a evitarla, pero hacerlo no nos ayuda. Por eso, no hay nada como una pelea, una que tenga la paz como objetivo, para revelar la verdad. Pero te quedas en silencio y te convences de que lo haces porque eres una persona buena, pacífica y paciente, cuando lo cierto es que nada podría estar más lejos de la verdad. Y así el monstruo que vive debajo de la alfombra engorda unos kilos más.
Si en lugar de eso esperas hasta que aquello que te niegas a investigar vaya a aporrear tu puerta, seguro que las cosas no te irán muy bien. Acabará ocurriendo aquello que no deseas de ninguna forma y será cuando estés menos preparado. Aquello que no quieres encontrarte de ninguna forma se revelará justo cuando estés más débil, justo cuando posea la mayor fuerza. Y te derrotará.
Especificar el problema significa admitir su existencia. Así te permites saber lo que quieres, digamos, de un amigo o de tu pareja; y entonces sabrás, de forma clara, negro sobre blanco, lo que no están dando; y eso hará daño de manera aguda y específica. Pero aprenderás algo y lo utilizarás en el futuro.
Si hablamos con cuidado y de forma precisa, podemos resolver las cosas y dejarlas en el lugar que les corresponde. Hay que admitir la existencia del problema tan pronto como sea posible después de que aparezca.
No escondas monstruos debajo de la alfombra porque se harán fuertes e irán creciendo en la oscuridad. Y entonces, cuando menos te lo esperes, se abalanzarán sobre ti y te devorarán. Las palabras valientes y verdaderas harán que tu realidad sea simple, inmaculada, bien definida y habitable.
Tienes que decidir si quieres insistir en lo absolutamente correcto de tu opinión o bien escuchar y negociar. No consigues la paz llevando la razón. ¿Tener la razón o estar en paz? Tú decides.
Regla 11. Deja en paz a los chavales que montan en monopatín
Jordan nos recuerda cuan importante que los hombres seamos hombres y las mujeres mujeres (algo cada vez más mal visto en un mundo donde debemos ser siempre iguales).
Los hombres tienen que volverse más duros. Es algo que ellos mismos exigen y que las mujeres desean. Los hombres se vuelven duros empujándose a sí mismos y empujándose entre sí. Las mujeres no quieren chicos, quieren hombres. Quieren a alguien con quien competir, alguien con quien luchar. Si son listas, quieren a alguien más listo. Desean alguien que ponga encima de la mesa algo que ellas no puedan conseguir.
A su vez, las personas simpáticas, compasivas, contrarias al conflicto dejan que la gente las pisen y luego sienten rencor. Tienden a ser ingenuas. Evitan el conflicto. Se sacrifican continuamente por los demás. Al dar por hecho que los demás piensan como ellas, esperan , pero no se garantizan, cierta reciprocidad por sus atentas acciones. Cuando no sucede así, no protestan. El lado oscuro de sus personalidades emerge, a causa de su subyugación, y se vuelven resentidos o resentidas.
Por eso, dejemos a los chavales que arriesguen sus cuerpos haciendo acrobacias con el monopatín. Haciendo cosas peligrosas conseguirán forjar sus personalidades y sentirse más útiles.
Regla 12. Si te encuentras un gato por la calle, acarícialo
La vida es en muchos momentos de nuestras vidas sufrimiento. Odiar la vida, despreciarla, incluso si es por el incuestionable dolor que inflige, tan solo sirve para empeorarla aún más.
Cuando te encuentras un gato por la calle, pueden pasar muchas cosas. Desde dejarse acariciar hasta arañarte. Si le prestas atención al gato, podrás recordar aunque solo sea durante quince segundos que la maravilla del ser puede compensar el sufrimiento imposible de erradicar que lo acompaña. Pero, para ello, deberemos saber las palabras que queremos tener inscritas en el alma.
¿Qué debo hacer mañana? El mayor bien posible en el tiempo más corto. ¿Qué debo hacer el próximo año? Tratar de asegurarme de que el bien que hago será solo superado por el que haré el año que viene. ¿Qué debo hacer con mi vida? Tener como objetivo el paraíso. O dicho de otra forma, orientarse correctamente. Entonces, y solo entonces, concentrarse en el día de hoy.
Cada vez que vemos, hacemos una elección. La mayor parte de nuestra visión es periférica y de baja resolución, con lo que reservamos la fóvea para las cosas verdaderamente importantes. Ves aquello que te permite avanzar hacia los objetivos que te has establecido y detectas los obstáculos cuando surgen en medio del camino. Para todo lo demás estás ciego y, puesto que muchas cosas componen ese ‘todo lo demás’, en realidad estás muy ciego.
Tus ojos son herramientas y están ahí para ayudarte a conseguir lo que quieres, pero el precio que pagas por este servicio es la ceguera respecto a todos los demás.
Imagínate que no eres feliz. No consigues lo que te hace falta, lo que paradójicamente quizás sea una consecuencia de lo que quieres. Estás ciego por las cosas que deseas. Tal vez lo que verdaderamente necesitas se encuentra justo delante de tus narices, pero el objetivo al que aspiras ahora mismo te impide verlo.
Por este motivo hay que ir soltando cosas a medida que continuamos nuestro viaje ascendente. Si las cosas no te van bien, quizás sea, porque la vida es una mierda, así que ya te puedes morir. Sin embargo, antes de que la crisis en la que te encuentras te conduzca a esta conclusión tan espantosa, estaría bien que reflexionaras sobre lo siguiente: la vida no tiene el problema, lo tienes tú.
Si la vida no te va bien, quizás es tu conocimiento lo que resulta insuficiente y no la vida como tal. Quizá tu estructura de valores necesita una remodelación importante. Quizá lo que quieres te ciega y no te deja ver otras posibilidades. Quizá te estás aferrando a tus deseos en el presente de una forma tan obstinada que no puedes ver nada más, ni siquiera lo que te hace falta de verdad.
Tan solo vemos aquello que enfocamos con la mirada, el resto queda oculto. Si empezamos a apuntar a algo distinto, nuestras mentes empezarán a proporcionarnos nueva información que procede de toda esa parte del mundo que hasta ahora nos quedaba oculta.
Y entonces, empezaremos a tener vidas extraordinarias (esto es cosecha mía 😉
David Boronat | Presidente y Fundador de Multplica