A menudo, las efemérides recuerdan acontecimientos decisivos que, sin embargo, parecían anecdóticos a quienes los experimentaban. La que conmemoramos hoy, la primera llamada desde un teléfono móvil, el 3 de abril de 1973, podría ser una de ellas.
¿Intuiría entonces la magnitud de tal hecho el que fuera director de Investigación y Desarrollo de Motorola, Martin Cooper, responsable de realizar esa primera llamada desde un teléfono portátil? Lo hizo en Nueva York, ante la prensa y a través de un DynaTAC 8000X que, desde luego, no podía guardarse en el bolsillo trasero del pantalón por su volumen y peso.
Cinco décadas más tarde, el teléfono móvil se ha convertido en la principal herramienta de trabajo para muchos y muchas profesionales. De hecho, para los CEO es un elemento básico, no solo a nivel laboral, sino de comunicación e interacción con el mundo que les rodea, con sus audiencias, además de una manera sencilla de abrazar el proceso de digitalización.
El Motorola Dynatac 8000x salió a la venta en marzo de 1983 por 4.000 dólares. Pesaba casi un kilo y medía más de 30 centímetros. Además, se necesitaban 10 horas para cargarlo y poder hablar durante menos de 60 minutos.
No era de extrañar que la mayoría de los mortales viesen en este dispositivo un excéntrico artículo de lujo, nada cómodo, por cierto. Hoy en día, el 99,5 % de los hogares españoles dispone de aparatos de telefonía móvil.
De la máxima productividad a la humanización
El móvil o, mejor dicho, el smartphone, pues hoy en día el teléfono portátil es inherente a la posibilidad de conectarse a internet, ha cambiado la vida a multitud de profesionales, especialmente de quienes ocupan puestos ejecutivos en grandes empresas.
Y es que, desde la década de los 90, este perfil altamente cualificado del mundo de los negocios vive pegado a un móvil. Claro que antes lo estaba a uno inalámbrico, en el que había que desplegar antena y todo, para permanecer en contacto con proveedores, clientes, compañeros, etcétera.
El teléfono móvil y su conexión a la red ha cambiado la vida a quienes buscan la máxima productividad. Y no solo porque permite trabajar en movimiento, desde cualquier lugar y a cualquier hora, sino porque posibilita la completa interacción entre equipos.
De revolución en revolución
De hecho, los smartphones revolucionaron en los 90 la forma de trabajar, y acentuaron su poder de optimización con dos hechos posteriores: cuando permitieron integrar otra de las grandes herramientas de trabajo hoy en día: el email, y al comenzar a incorporar aplicaciones de gestión empresarial.
Ambos hitos dieron pie una automatización y conectividad sin precedentes, y a la agilización de muchísimas tareas de gestión y seguimiento, con el derivado ahorro de tiempo y, por tanto, de costes.
Hoy, hemos dado otro paso dentro de esta revolución que supuso la aparición del teléfono móvil, aquel al que empujan, sin duda, las redes sociales. Y es la capacidad de los CEO de estar más cerca de la sociedad, de sus interés y de sus expectativas, es decir, de sus empleados, audiencias, fieles seguidores, clientes o potenciales consumidores y consumidoras a través de sus canales sociales corporativos.
Podríamos decir así que, gracias a los smartphones y a las redes sociales, los CEO se han humanizado, y se han vuelto también más accesibles.
¿Cómo podía si no hace unas décadas contactar una joven talentosa con ganas de emprender con quien ostenta el papel de CEO en una gran empresa? Ahora, basta con acudir a su perfil de LinkedIn.
La imperante necesidad de desconectar
Ningún ejecutivo ni directivo podría trabajar hoy sin su teléfono móvil. De hecho, la transformación digital nos empuja a que ninguno de nosotros y nosotras lo hagamos. Pero esta ventaja encierra tras de sí un gran inconveniente: la conexión constante y permanente al trabajo.
Phil González y Jimmy Pons señalan en su libro Pásate al modo avión! Mindfulness ejecutivo para humanos ultraconectados (2018) la importancia de la desconexión digital, especialmente en profesionales de alta dirección. Y es que, resulta fácil caer en el desasosiego que produce la sensación de no llegar a nada, por ejemplo, a gestionar la inabarcable cantidad de información o preguntas que llegan al móvil de un CEO a través de redes sociales, email, WhatsApp, etc.
Porque, si bien el móvil prometía mejorar la productividad de estos profesionales (entre otras cosas), podría tener un efecto perverso sobre los sentimientos y la estabilidad, en definitiva, sobre la capacidad de crear, innovar o decidir si no se sabe gestionar debidamente el tiempo que dedican a consultar este dispositivo.
De hecho, cada vez son más los CEO que admiten pasar días enteros con el móvil apagado, en modo vacaciones, para tomarse un respiro. También aquellos que desconectan las funciones inteligentes durante los fines de semana o quienes envían a sus hijos a colegios donde no se utiliza ningún tipo de dispositivo móvil, para evitar así los desmanes que produce en la salud mental infantil el uso abusivo de las pantallas.
No es de extrañar, por tanto, que surjan iniciativas que traten de poner coto a la hiperconexión laboral, como el denominado Derecho a la desconexión, auspiciado desde las instituciones europeas.
Y es que, según un estudio de Mobile Elite en el que consultó a 600 ejecutivos de todo el mundo, el 80 % de los CEO utiliza dispositivos móviles para consultas relacionadas con su negocio de lunes a viernes. Un 60% lo hace también el fin de semana.