¿Trabajas o creas valor?

Se dice que la batalla actual y futura en las empresas va a estar en la captación y la retención del talento. Y es verdad.

En un mundo en el que en 5 años habrán desaparecido el 30% ó el 40% de los empleos actuales,  y en el que se prevé que muchas de las tareas que hoy realizamos serán innecesarias o estarán desarrolladas por ordenadores y robots, es fácil que muchos trabajadores se sientan amenazados. Pero si muchos puestos de trabajo están siendo amenazados por las nuevas tecnologías y los cambios sociales, no menos amenazadas están muchas empresas y muchos modelos de negocio.

Cada oficina bancaria que se cierra nos hace lamentar la pérdida de los puestos de trabajo que implica, pero detrás de su cierre puede estar la desaparición del propio Banco por aniquilación del  modelo de negocio. Y les reprochamos sus despidos mientras usamos la banca on line, compramos los billetes de avión por el móvil, o las colonias en internet, porque nos salen más baratas. Resumiendo, que a veces el cambio que odiamos lo construimos nosotros mismos.

En este entorno “el trabajo” como tal ha perdido valor porque lo que ahora tiene importancia es cuánta creación de valor somos capaces de generar. Toda persona que acude a su puesto de trabajo y trabaja está creando valor por el hecho de hacerlo, sea cual sea su tarea. La diferencia está en cuánto valor crea cada cual. Cuánto más valor se sea capaz de crear más posibilidades de sobrevivir laboralmente y obtener una alta retribución.

En los últimos años muchos trabajos o tareas han perdido valor para las compañías y para la sociedad en general, mientras que han surgido nuevas necesidades y ocupaciones a las que hacer frente. Las empresas  que llevan tiempo en el mercado se encuentran con una problemática importante: Retribuciones altas para tareas que han perdido valor en algunos casos, y dificultad para invertir más en la captación de nuevo talento. Gestionar esta dualidad es un tema complejo, con muchas implicaciones personales, emocionales y económicas.

Por eso son realmente valiosos para la compañía aquellos profesionales que no se enfrentan y luchan contra el cambio sino que quieren ser parte del mismo. Aquellos profesionales que han entendido que tienen que seguir aprendiendo, que ya nunca podrán dejar de reciclarse permanentemente, que han comprendido que, aunque tengan un pasado, quieren seguir formando parte del futuro, investigando y dándole forma, y no de manera pasiva. Aquellos profesionales que saben que ya no basta con trabajar muchas horas, que a veces ni siquiera es necesario, sino que tienen que generar valor a su compañía. Que tienen que pensar, inventar, analizar, crear, proponer ideas, y arriesgarse. Que tienen que reinventarse y contribuir a que su empresa se reinvente.  Que tienen que trabajar para conseguir más ventas, más ingresos y más clientes, o mejores experiencias para sus clientes. Esto ya no es solo una cuestión del departamento comercial.

No existe el viejo talento y el nuevo talento. No es cuestión de edad, sino de actitud y de capacidad de adaptación. Asustarse ante los cambios es comprensible, pero es la peor decisión profesional que uno puede adoptar, porque el cambio  es más fuerte que tú y te pasará por encima. Todos debemos aspirar a ser el profesional que nuestra empresa ( u otra empresa) necesita. Agarrarse con fuerza a la silla, a una realidad que ya no es, a un “así es como lo hemos hecho siempre”, es la mejor forma de fracasar.

Se valora y se valorará el conocimiento, por supuesto, pero sobre todo la actitud, la capacidad, las ganas de luchar, de aprender, de crear, las habilidades sociales y la capacidad de adaptarse a diversos entornos y situaciones. Por eso es obligación de los líderes, los jefes, los directivos, y las empresas, promover la formación, gestionar bien “el cambio” y propiciarlo, reconvertir muchas de nuestras propias creencias e ideas adaptándolas a la nueva situación, hablar claro a nuestros equipos sin engaño, y aceptar humildemente que necesitamos mucha ayuda y mucho talento a nuestro alrededor para afrontar los próximos años.

Nunca tanto como ahora ha sido tan importante tener un buen equipo. Un equipo capaz, pero también valiente y motivado, en el que la comunicación fluya con agilidad y sin desconfianza. Un equipo con quien compartir la incertidumbre y con quien aprender a vivir en la incertidumbre. Queda muy poco sitio para quienes hayan frenado su evolución, ya sean personas o empresas. Ninguno de nosotros, solos, seremos capaces de ganar la batalla del futuro.

 

Isabel Bajo Albarracín

Directora General Publicaciones Alimarket