Si innovas, que sea para bien

La innovación está de moda, tanto que en estos momentos ninguna empresa se atrevería a reconocer, al menos en público, que su equipo no innova, que no invierte en I+D y/o que no sabe apreciar el talento creativo interno. Iría en contra de su marca comercial, de su reputación corporativa, e incluso de su valor de mercado.

Sin embargo, no es verdad que seamos todos tan innovadores. En España tenemos más de tres millones de empresas de las que, tan solo, 40.000 invierten en I+D+i. Por si fuera poco, no todas ellas son realmente innovadoras, porque la inversión no siempre se traduce en resultados concretos, por lo que, me temo que, hacen falta medidas urgentes.

Hasta aquí un mensaje que lleva tiempo encima de la mesa y que, desafortunadamente, no nos sorprende, ¿no es verdad? Tenemos un largo camino por recorrer y, puesto que soy una persona muy optimista, estoy segura de que lo haremos. Por ello, centraré las próximas líneas en el «cómo» porque, si lo hacemos que, por favor, sea para algo que merezca la pena. Innovemos en algo que, con un poco de suerte, haga que nos recuerden y que sea para bien.

Eso es lo que hace cada día el doctor Anthony Atala. Nos sorprendió en 2006 con el anuncio del primer im­plante exitoso de órganos artificiales (siete vejigas). Más tarde, en 2011, compartió su último logro en una conferencia TED, la fabricación de un riñón utilizando una bioimpresora. Para poner sus inventos en perspectiva, es interesante recordar cómo ven los inversores estos avances. Estados Unidos recibe una aportación de unos 500 millones de dólares al año para bioimpresión, frente a los 5.000 millones que se dedican a la investigación contra el cáncer o los 2.800 millones que se desti­nan a luchar contra el sida. A Anthony Atala no le ha frenado en su sueño.

Me atrevo a adelantar que, con el paso de los años, también recordaremos lo que estos días estamos viviendo con el famoso Pokémon Go. Ha llegado por sorpresa, rodeado de opiniones de todo tipo, con un impacto que no se le puede negar: ha logrado una buena dosis de alfabetización digital.

Hace años que nos alertan del potencial que traen tecnologías como la realidad aumentada. Esta generará en 2020 un negocio de 150.000 millones de dólares, frente a los 5.000 millones de dólares con los que cerrará 2016. Sin embargo, hasta hace pocos días, casi nadie había escuchado hablar de ella ni entendían el potencial. Afortunadamente, desde la llegada de Pokémon, cada vez son más los que se están replanteando qué se puede hacer con ella.

Para terminar, me gustaría dedicar unas líneas a Children’s Safe Drinking Water (CSDW) un proyecto social que tuve la suerte de conocer, hace tan solo unos días, a raíz de una llamada de Procter & Gamble. Este proyecto, en el que colabora con 150 socios internacionales, partió con un objetivo común: apoyar a los 700 millones de personas que luchan por vivir cada día sin acceso a agua potable.

¿Y qué mejor forma de hacerlo que aprovechar el conocimiento adquirido después de tantos años investigando y liderando el mercado de productos detergentes? Fue así como surgió su purificador de agua PUR, un producto de vida o muerte también en situaciones de emergencia donde, de hecho, la contaminación pone en peligro la vida de aquellos que lograron sobrevivir a una catástrofe natural. Hoy la compañía y sus socios pueden presumir de haber repartido ya, desde el año 2004, más de 10.000 millones de litros de agua potabilizados.

Por todo ello, tras conocer casos así, cuando alguien me pregunta, ¿de verdad debo innovar? No puedo ser más clara: «si innovas, que sea para bien». Créeme, es nuestra oportunidad pero también nuestra responsabilidad…

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