¿Es la sinceridad un arma de doble filo en el entorno laboral? ¿Puede esta perjudicar el buen desarrollo de la actividad empresarial?
La sociedad exige a las empresas y marcas altas dosis de transparencia e información. Esa es precisamente una de las claves del éxito de quienes se han hecho un hueco en el comercio electrónico. Sin embargo, esta reivindicación no se limita a la relación que mantiene una organización con el conjunto de personas consumidoras o usuarias, sino que se extiende a la que cultiva con su plantilla.
Dicho esto, ¿es realmente posible mantener tal nivel de sinceridad con los trabajadores y trabajadoras? O mejor aún, ¿es adecuado? Y es que, la sinceridad mal trabajada puede derivar en lo que conocemos como sincericidio. Es decir: una forma de matar la verdad empresarial mediante un exceso de confianza o de información, e incluso a través de la reprobación cuando esta no es constructiva.
Cuando el sincericidio acaba con la motivación laboral
El término sincericidio no es exclusivo del ámbito empresarial. Se aplica a las relaciones humanas, especialmente a las de pareja.
Sincericidio hace referencia a una sinceridad sin límites, a un concepto de verdad imprudente, que no tiene en cuenta los sentimientos de los demás. En definitiva: a una sinceridad que no resulta constructiva, pues hiere de forma innecesaria.
Las personas que practican el sincericidio incurren, a menudo, en la falta de tacto y en la brusquedad. En el corazón de una empresa, sus efectos resultan devastadores sobre las empleadas y empleados.
Para encontrar un ejemplo, solo tenemos que pensar en aquella vez en que un alto mando reprobó, de manera innecesaria y desagradable, el error cometido por una persona en el centro de trabajo. Seguramente lo hizo delante del resto del departamento y empleando un tono frívolo. No de forma constructiva, sino poniendo de relieve los defectos de esa persona y dinamitando así la confianza en sí misma. En estos casos, el sincericidio se sitúa al lado opuesto de la motivación laboral.
Porqué el sincericidio puede provocar la desconfianza de la plantilla
Pero el sincericidio no solo puede darse de manera individualizada o con intención de menoscabar a una persona. También se puede ejercer por imprudencia y exceso de confianza, alentando la inseguridad de la plantilla.
Pongamos otro ejemplo. A veces, la dirección empresarial ha de tomar decisiones impopulares para los trabajadores y trabajadoras. Lo hace en beneficio del futuro de la actividad y del capital humano implicado, aunque este último no lo entienda así. Si en un ejercicio de transparencia, la dirección decide dar explicaciones pormenorizadas a la plantilla, podría obtener el resultado inverso al deseado. Por ejemplo, sembrar la duda hacia un futuro incierto de la compañía, trasladar a todos los trabajadores el peso de decisiones estratégicas que no les competen o para las cuales no están preparados o brindar información comprometida para el buen desarrollo y competitividad de la empresa.
La fórmula para que la sinceridad no acabe en sincericidio es aplicar la cautela y la serenidad, utilizar la empatía y trasladar al lenguaje, tanto al verbal como al corporal, la inteligencia emocional en todas y cada una de las comunicaciones realizadas a la plantilla.
De hecho, Juan Carlos Cubeiro, uno de los grandes expertos españoles en desarrollo del talento y liderazgo para profesionales, y una de las personas que más ha tratado el sincericidio, señala en su texto Ser tú mismo. Autenticidad para la Comunicación que la sinceridad puede convertirse en “sincericidio” si no cuenta con la autenticidad, que está en el corazón de nuestro propio liderazgo. Hace falta Autenticidad (…) En definitiva, se trata de ser fiel a la verdad sabiendo escoger las palabras y poniendo en contexto la información facilitada.
Según el primer informe Valores en la Empresa elaborado por Randstad, la honestidad ocupa el tercer puesto en el ranking de valores más apreciados en el ámbito profesional. Por delante están el compromiso y la responsabilidad. Si hablamos de los valores ideales que tiene que tener una persona en un puesto directivo, la honestidad se consolida en el segundo puesto, por detrás del compromiso. De hecho, este factor resulta clave a la hora de fidelizar el talento dentro de la empresa. Así que, ¿son la sinceridad y la honestidad necesarias en el entorno de trabajo? Por supuesto. Pero sin dejar de lado la empatía ni el compromiso con el futuro de la actividad.