Manuel Pimentel: “El cómo también es el mensaje”

por | Jun 7, 2025

A veces, en mitad del vértigo empresarial, conviene detenerse. Apagar el ruido, levantar la mirada y hacerse una pregunta incómoda pero necesaria: ¿estamos construyendo algo que merezca perdurar?

El pasado 29 de mayo, en la gala de los Premios DUX Canal CEO, Manuel Pimentel —editor de Almuzara, exministro, divulgador apasionado de la historia y presidente del jurado— pronunció un discurso que no solo invitó a esa pausa reflexiva, sino que dejó una brújula encendida para quienes lideran hoy.

“Somos pasado, somos presente, somos futuro, y es el fino hilo que lo une y lo teje y le llamamos historia”, Manuel Pimentel

Cuando el medio también es el legado

“Los medios son parte del fin”, dijo Pimentel. Y con esa frase desmontó siglos de pragmatismo mal entendido. Porque liderar —recordó con voz firme— no es llegar como sea, sino caminar como debe. En un mundo que premia la inmediatez, él defendió lo contrario: el valor de andar con propósito, de no tomar atajos, de cuidar el cómo tanto como el qué.

Pimentel no hablaba desde la teoría. Hablaba a líderes, como quien pasa el testigo de una antorcha que no se puede apagar. Reivindicó el poder del ejemplo, el aroma que dejan quienes lideran desde la conciencia y no desde la imposición. Ese aroma que no se ve, pero se queda. Que no deja huella en el barro, sino en el ánimo de quienes comparten camino.

“Somos caminantes y no se trata sólo de llegar a la meta, sino se trata, y mucho, de cómo hacemos ese camino, con quién andamos, quién nos acompaña, cómo nos hacemos crecer, qué huellas vamos dejando”, Manuel Pimentel

Venecia, Maquiavelo y el DUX que llevamos dentro

El discurso fue también un viaje: desde la República de Venecia, cuna del dux —líder elegido, no heredado, símbolo de dirección, servicio y equilibrio—, hasta la Florencia de Maquiavelo, donde surgió esa idea peligrosa de que el fin justifica los medios. “Aquí estamos los que creemos que no es así”, afirmó. Y ese “aquí” no era un lugar, sino una comunidad: la de quienes aspiran a liderar con humanidad, desde la coherencia y el sentido del deber.

En ese cruce entre historia y presente, “somos presente, somos pasado y futuro”, entre arte y empresa, Pimentel tejió una metáfora luminosa: cada CEO, cada organización, cada acción, es una pincelada en el lienzo común de la sociedad. Algunas son más visibles, otras más sutiles. Pero todas cuentan. Y si se hacen con arte, con intención, con respeto al trazo ajeno, construyen un cuadro digno de ser contemplado.

Liderar como arte, competir con elegancia

“Se hace camino al andar, pero no al pisotear al vecino”, dijo, entre sonrisas y asentimientos. Y muchos en la sala comprendieron que ese era el verdadero espíritu DUX. Porque competir sin ética es fácil; lo difícil —lo realmente transformador— es crecer sin dejar cadáveres, sin erosionar valores, sin olvidar que las empresas no son máquinas, sino comunidades humanas.

En un momento especialmente revelador, recordó que las organizaciones que cuidan el cómo suelen llegar más lejos. No porque renuncien a la excelencia, sino porque la construyen desde dentro. No necesitan discursos de propósito: lo viven. Y por eso son sostenibles en el tiempo, atractivas para el talento y relevantes para la sociedad.

“Sucede que aquellas organizaciones que prestan atención al cómo, sin atajos, haciendo crecer a las personas con valores, con propósitos, resulta que no solamente no son derrotadas, sino que llegan más lejos”, Manuel Pimentel

Trascendencia: esa palabra olvidada

Cada persona que asistió a la gala pintó una línea sobre un lienzo común. Un gesto simbólico, sí, pero también una invitación. Porque cada uno de nosotros —nos recordó Pimentel— está escribiendo la novela de su vida. Y la única forma de que esa novela merezca ser leída es escribirla con sentido, con compromiso, con la voluntad de dejar algo que no se borre con el tiempo.

“El liderazgo humanista no es una moda. Es una necesidad”, parecía decir cada frase suya. Y ese es, quizá, el mayor legado de su intervención: un recordatorio de que, en medio del caos, aún podemos elegir cómo liderar. Que el verdadero éxito no está en los números, sino en la huella emocional que dejamos.

Para quienes estáis al frente de compañías, este no fue un discurso más. Fue una llamada a liderar como el dux veneciano: con arte, con equilibrio, con visión de futuro. Y sobre todo, con el firme propósito de que nuestro paso por este mundo —y por nuestras organizaciones— deje un aroma que inspire a los que vienen detrás.

Porque sí, el cómo también es el mensaje.

Elena Carrascosa Vela
Elena Carrascosa Vela

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