Por Juan Carlos Cubeiro, autor de Autoliderazgo (LID Editorial) | El talento, entendido como la puesta en valor de lo que sabemos, queremos y podemos hacer, es el nombre del juego. Si lo atraes, lo fidelizar, lo desarrollas, si cuentas con gente capaz y comprometida en la organización, tus clientes te premiarán y la rentabilidad superará tus expectativas, con lo que tendrás al accionista más que contento. Si lo pierdes, durarás poco en el cargo (por eso la estancia media de l@s CEOs en las empresas ha bajado de los cuatro años: es más probable que un alcalde, un presidente regional o de gobierno acabe su primer mandato que un/a CEO haga lo propio con el suyo).
Si crees que gestionar adecuadamente el talento es “cosa de Recursos Humanos”, por favor no sigas leyendo y prepara tu carta de despedida. Si de verdad (liderazgo auténtico) consideras la gestión del talento como una de tus prioridades estratégicas, aquí va la receta de management para iniciar como debes el nuevo cuarto de siglo, más incierto y apasionante que nunca.
Antes que nada, he de advertirte que estás en minoría. La mayor parte de las compañías están EBRIAs de talento, van por la vida dando tumbos. Me refiero al acróstico de Escasez de talento (en 8 de cada vez casos, nos las vemos y nos las deseamos para cubrir las vacantes), desBandada (los jóvenes no suelen durar más de 16 meses en la empresa), Renuncia silenciosa (niveles de compromiso, y por tanto de productividad, realmente bajos), Inmovilismo y Absentirmo (con un coste tremendo en nuestra cuenta de resultados). a verdadero sufrimiento.
¿Cómo dar la vuelta al marcador? ¿Cómo empezar la remontada? Cambia tú como CEO, cambia tu mentalidad, y se solucionarán estos problemas
La clave de bóveda es que dejes de ser jefe (el/la que manda, quien está dotado de poder, de autoridad formal, porque es dueño y señor de contratos y de salarios) y te conviertas en “GeFe”: Generador/a de Felicidad. Así como te lo digo.
Pero ¿no deben venir felices -o desgraciados- de casa? No. El ámbito laboral se ha convertido en el espacio del 80% del sufrimiento, y por tanto de la felicidad y bienestar, en el mundo actual. L@s líderes que generen felicidad tendrán a los mejores profesionales, “a tope de power”. Los del ordeno y mando, por sutiles y educados que parezcan en su trato, se quedarán con los mediocres, desanimados, descentrados, exhaustos. Baja productividad, escasa innovación, mal servicio al cliente: el desastre.
La escalera del autoliderazgo trascendente
En un entorno de epidemia social de problemas de salud mental, es misión del CEO ser “Chief Happiness Officer”. Cuatro cositas para que el/la CEO se convierta en un/a maestr@ de la Felicidad propia y de sus colaboradores. La primera es atender a la definición de Felicidad de Aristóteles de Estagira: “Es la experiencia global de placer y significado”. Una llamada al equilibrio, porque ser feliz depende de disfrutar en el camino y caminar hacia el propósito vivido. La segunda es que la felicidad lleva al éxito (esperar a triunfar en la empresa o en la vida para ser feliz te hace muy desgraciado). La tercera es que la felicidad es voluntaria: has de elegirla. Y la cuarta es cómo hacerlo, desde la gratitud, el optimismo, inteligente, la amistad, el ejercicio físico y mental o saborear las alegrías de la vida (las 12 actividades deliberadas de Sonja Lyubomirsky).
Los centenials, y no digamos la generación alfa, no quieren ser jefes. Apuestan por el Unbossing. Pero sí desean ser líderes de sí mism@s. Por ello, un buen GeFe no crea seguidores, sino líderes, El segundo cuarto del siglo XXI es tiempo de AUTOLIDERAZGO.
Segunda parada del recorrido como CEO GeFe tras la Felicidad (Eudaimonía, en griego): la Whakapapa, concepto maorí que aporta trascendencia a lo que hacemos. Como los jugadores de rugby de la selección de Nueva Zelanda, has de hacer consciente a tu gente en la empresa de dónde vienen (venerar a los ancestros) y el legado que han de dejar. Como la ex primera ministra de aquel país de Oceanía, Jacinda Ardern, una de las gobernantes que mejor gestionó la pandemia y luego se fue voluntariamente, de forma estoica. Como han aprendido tus hij@s, sobrin@s o niet@s con la película “Vaiana” de Disney: somos un tránsito entre los anteriores y los posteriores, también en la empresa, y de ahí nuestra responsabilidad individual y colectiva.
Tercera parada en el camino del AUTOLIDERAZGO: nuestra razón de ser (Ikigai, en japonés). Si nuestra gente desconoce lo que le apasiona, su misión (cómo debe contribuir), su vocación o llamada y su profesión (cómo monetiza su contribución), no podrá ofrecer su mejor versión. Un concepto poderoso, por el que Okinawa es una de las “zonas azules” en las que las personas viven más años y con mayor calidad de vida. El espíritu de los samuráis en la excelencia.
Cuarta parada: el sentido del honor. Hemos de atraer, fidelizar y desarrollar personas honorables, buena gente, conscientes de sus derechos desde su libertad pero también de sus deberes (generosidad, solidaridad) para con los debes. Vivimos y trabajamos en ecosistemas, y por ello el sentido hispano del Honor cobra más fuerza que nunca. Eliminemos los reinos de taifas, desvinculemos a los pícaros, aprovechados, envidiosos. Hagamos de nuestra empresa una organización excelente y flexible por honorable.

La quinta clave a tener en cuenta es la comunidad. En el lenguaje xhosa de los sudafricanos Nelson Mandela y Desmond Tutu, Ubuntu (Soy porque somos). La soledad mata más que fumar 15 cigarrillos al día, es una plaga demasiado frecuente. Los estudios sobre la felicidad indican que la soledad es su principal enemigo. La empresa ha de ser una comunidad con compromiso social y como CEO has de liderarla desde esta mentalidad colectiva, de espíritu de equipo.
Y finalmente, la escalabilidad, lo que los anglosajones llaman “tipping point” y para el sociólogo neoyorkino Malcolm Gladwell es la clave del éxito. Si tu negocio no es escalable, se va a quedar en nada. Piensa a lo grande, actúa en consecuencia. Y recuerda siempre que el límite de crecimiento de tu organización es el desarrollo de tu (buena) gente.
En definitiva, tu Liderazgo sigue siendo en un 90% pura Inteligencia Emocional, pero las apuestas han subido: has de fomentar la Felicidad, la Trascendencia (que le da a tu gente serenidad), la Razón de Ser (autoconfianza), la Comunidad (empatía), el Honor (influencia honesta) y el Éxito (objetivos sanamente ambiciosos). Sé un/a GeFe y ten la valentía para cocinar esta receta: los ingredientes están a tu disposición para un 2026 en el que cumplas lo que sueñas.
Juan Carlos Cubeiro

Juan Carlos Cubeiro es uno de los grandes referentes del management y el liderazgo en el ámbito hispanohablante, con una trayectoria consolidada como divulgador, consultor y pensador del talento. Economista y experto en desarrollo del liderazgo, ha dedicado más de tres décadas a investigar y acompañar a directivos y organizaciones en procesos de transformación cultural, liderazgo humanista y gestión del talento. Es autor de más de 50 libros sobre management, coaching, felicidad laboral y ética empresarial, colaborador habitual de escuelas de negocio y medios especializados, y Premio Nacional de Management, un reconocimiento a su contribución intelectual y práctica al desarrollo del liderazgo en España. Su enfoque combina rigor académico, pensamiento crítico y una visión profundamente humana del liderazgo, situando a las personas, el bienestar y el propósito en el centro de la estrategia empresarial. Es además jurado de los Premios DUX Canal CEO






