La valentía de renunciar al poder o cómo ser un buen líder

por | Abr 8, 2025

Utilizar la palabra, compartir formación, detectar el talento y la honestidad, obrar desde la ética y el sentido de la justicia… En definitiva, aterrizar en el líder generoso, ese que da confianza y delega poder, ese que sabe retirarse cuando llega la hora. De este liderazgo realmente efectivo, basado en valores éticos y transformadores, conversaron largo y tendido Javier Fernández Aguado y María Lladró, de quienes los asistentes, un público conformado en su mayoría por líderes empresariales, pudieron extraer grandes enseñanzas.

Aguado, socio director de MindValue y autor de Management Pontificio, y Lladró, economista y autora de Las siete carpetas de Angelique, inauguraron el pasado 28 de marzo la sexta edición del Summit Canal CEO en Cámara de Madrid. El evento, en esta ocasión, se centró sobre la necesidad de ejercer un liderazgo empresarial asentado en una visión más estratégica, ética y sostenible. Y es que, tal y como quedó patente en la mesa redonda protagonizada por Fernández Aguado y Lladró, estos son “valores que lideran y transforman”, y que constituyen “el alma de la empresa”.

“Un CEO no puede ir solo, necesita a su gente con total implicación, y eso culmina en el sentido de la ética”, Lladró.

Ética y credibilidad de los líderes en las empresas

En 2024 se produjo el mayor número de relevos directivos en las compañías cotizadas. Fernández Aguado, un gran estudioso del management en muy diversos escenarios y contextos geopolíticos y sociales, especialista en el management de los CEO de la Iglesia, señala que “es muy difícil encontrar a alguien que quiera retirarse, que tenga esa disposición a dejar el poder”. 

“He sido confesor de muchas docenas de CEO y gente que haya sido capaz de hacerlo (de dejar su puesto de liderazgo) solo me vienen a la cabeza dos, el resto se apega al poder”, Aguado.

De hecho, respecto a la larga historia de esta última gran institución, la Iglesia, que Aguado toma como ejemplo, solo dos personas han actuado con la humildad, valentía y audacia necesarias: Celestino V y el Cardenal Ratzinger, “dos héroes”, en palabras de este autor; el último, además, considerado “uno de los grandes intelectuales del siglo XX”.  

“Todos entendemos que es ser un inconsciente, la inconsciencia es el no tomar decisiones acertadas con el entorno (…), la consciencia, sin embargo, es percibir qué motiva a tu gente”, Lladró.

De la necesidad de ser honesto y de ser fiel a ciertos principios éticos, habló Lladró desde su propia experiencia como directiva prometedora en la empresa familiar, a cuyo consejo de administración accedió muy joven: “En la vida te vas dando cuenta de las trampas que hay detrás de los objetivos, y como el líder que quiere mantener una buena energía tiene que saber detectar al pillo o al que lo ha hecho muy bien, porque ese sentido de la justicia es el que hace que las personas estén bien”, explicó.

“Los que se pegan al poder acaban siendo cansinos, se hacen pegajosos”, Lladró.

De hecho, es esta vivencia en el seno empresarial la que le ayudó a escribir su último libro, en el que la autora invita a reflexionar sobre los efectos beneficiosos de poner en valor la justicia y la dignidad de las personas desde el liderazgo. “La ética no es algo opcional, no es algo prescindible, sin ética no hay nada, hay un egoísmo, una codicia, los siete pecados capitales expuestos  (…); la ética forma parte del ser humano porque si no el ser humano se degrada”, Lladró.

Cómo superar los pecados capitales y la falta de realismo en las empresas   

Para Aguado, dos de los siete pecados capitales en los que incurren hoy en día las organizaciones son, parafraseando a Julián Marías, filósofo español: la codicia y la lujuria. Las virtudes contrapuestas, la generosidad y el altruismo, pueden entenderse a partir de un libro recomendado por Aguado: Entrevista a Aristóteles, “el mayor sabía del management del siglo IV antes de Cristo”.

“Hay una primera aproximación perversa que es considerar que lo que se había hecho antes estaba mal y yo llego y voy a hacerlo bien, eso me parece torpe, Juan Pablo II decía que el orgullo no es un pecado, es una estupidez”, Aguado.

A dichas virtudes, Aguado suma la capacidad de valorar lo que han hecho las personas antecesoras: “Hay una primera aproximación perversa que es considerar que lo que se había hecho antes estaba mal y yo llego y voy a hacerlo bien, eso me parece torpe, Juan Pablo II decía que el orgullo no es un pecado, es una estupidez, y me parece brillante (…), hay que aprender de lo que hizo el anterior, porque algo de sentido común tendría”, explica y añade: Para cambiar lo primero que hay que hacer es escuchar, y escuchar implica humildad, implica empatía, implica también esa visión estrategia de saber que nuestros propósitos son limitados en el tiempo (…) Hay que ser realistas”.

Para Aguado, lo importante es transformar aquello sobre lo que podemos actuar ahora mismo y de forma efectiva, y tener siempre en cuenta a las personas concretas, sus expectativas y necesidades.

Raquel Santos
Raquel Santos

Te puede interesar