IA Estratégica: cuando la dirección vuelve a ocupar el centro

por | Dic 1, 2025

La inteligencia artificial ya no es un mero asunto tecnológico. Es un tema que concierne sobre todo a la dirección del negocio. Esa fue la idea que vertebró la jornada organizada por La Salle Professional & Executive Education, en colaboración con Canal CEO, un encuentro que reunió a tecnólogos, pensadores, académicos y directivos para poner orden y criterio en medio de un momento marcado por la efervescencia tecnológica y el miedo -FOMO- a quedarse atrás.

Estrategia antes que tecnología

Josep Ribes abrió el evento con un dato que incomoda. “El 95% de los proyectos de IA no impactan en el negocio”. No porque la tecnología falle, sino porque falta estrategia. El problema no es técnico, es directivo. Ribes planteó la pregunta que muy pocas organizaciones se hacen: ¿estamos partiendo de la tecnología o del negocio? Solo entendiendo la IA podemos ampliar la estrategia, pero nunca sustituirla. La tecnología no debe marcar el rumbo, pero si la conocemos bien, puede abrirnos nuevos escenarios que anteriormente no éramos capaces de imaginar. Escenarios que siempre deben estar alineados y ser consistentes con nuestro negocio, nuestra cultura y nuestro propósito.

En un contexto dominado por el FOMO, la urgencia genera decisiones precipitadas. Proyectos inconexos, pilotos sin sentido, y una visión que mezcla táctica con estrategia. Ribes fue claro: “La velocidad no sustituye a la visión”. Implementar bien una estrategia de IA exige pasar del technology first al business first. Exige preparar talento, desarrollar pensamiento crítico y formar a directivos capaces de anticipar. Lo que hoy vemos es solo el inicio de una transformación más profunda.

Propósito, ética y pensamiento crítico

La mesa de reflexión profundizó en esta idea desde distintas ópticas. Mariola Urrea planteó una cuestión de fondo: “¿Usamos la IA porque la necesitamos o porque está de moda?”. Si es solo una herramienta operativa, habrá que regularla para que sus beneficios se distribuyan de forma equitativa.

Si es una disrupción estructural que reconfigurará trabajo, política y sociedad, entonces el debate debe ser más amplio, democrático y pausado.

Jordi Feixa añadió un matiz clave: la tecnología nunca es neutral. “Toda técnica tiene una lógica. No podemos dejar que la IA defina sus propios fines”. El propósito debe venir del bien común, no de la herramienta. Es un recordatorio necesario para organizaciones que adoptan tecnología sin comprender sus consecuencias. La IA amplifica lo que encuentra: si la estrategia es confusa, amplificará la confusión. Si la ética es débil, amplificará el riesgo.

Desde una perspectiva empresarial, Xavier Juárez mostró cómo en HP la IA está aportando valor real al negocio y al cliente. Mejora procesos y optimiza servicios. Pero insistió: la IA no es solo eficiencia. Es propuesta de valor. Y para comprenderla no basta con tecnólogos. Hace falta pensamiento crítico, perfiles capaces de traducir implicaciones y anticipar impactos. Las empresas necesitan personas que sepan para qué usar la IA, no solo cómo funciona.

Además, Xavier puntualizó un hecho que está transformando el mercado digital en silencio: las búsquedas en chats ya superan a las de los buscadores tradicionales. Las organizaciones tendrán que revisar su posicionamiento, su marketing y su relación con el cliente.

Isabel Bellot completó el mensaje: los proyectos aislados generan ruido.

La IA exige estrategia, gobernanza del dato, arquitectura tecnológica y visión global. Y sobre todo, exige una dirección alineada con la tecnología, que marque el rumbo y que permita ir de lo general a lo particular.

Implementando un proyecto de IA: rigor, método y gobernanza

La sesión técnica llegó de la mano de Agustí Miralles y Martín Longobuco, y ahí apareció uno de los titulares del día. “No todos los directores tienen estrategia. Y sin estrategia no hay IA que funcione”. La frase resume buena parte de los fracasos que vemos en el mercado. La IA no puede implantarse sin un diagnóstico honesto del sector, sin comprender la normativa, sin alinear la propuesta de valor y sin un proyecto de transformación digital sólido.

No se puede evaluar una respuesta de IA si no se sabe qué respuesta se busca. “No podemos confundir el martillo con la artesanía”, advirtió Longobuco.

Miralles insistió en la importancia de las preguntas. Estrategia, visión, alianzas. ¿Existen objetivos claros? ¿Están los líderes alineados? ¿Quién gobierna la IA? ¿En qué decisiones participa? Europa no regula para frenar, sino para proteger y garantizar un desarrollo que genere valor para la mayoría y a largo plazo. La IA es técnica, pero también cultura, confianza, roles y gobernanza.

Hacia un humanismo aumentado: liderazgo como antídoto al miedo

En la parte más humanista, José María Palomares dibujó el contexto emocional en el que la IA aterriza. El 50% de las personas odia su trabajo. Solo el 9% se siente comprometido. “Los líderes deben generar certezas, incluso cuando ellos mismos se sienten perdidos”, dijo. El miedo impera en las organizaciones. Y el miedo paraliza.

Por eso su llamada fue clara: necesitamos un diálogo con la IA que nos conduzca a una “humanidad aumentada”. La tecnología debe amplificar las capacidades del talento, no sustituirlo. El liderazgo debe ser antídoto. Ética, bienestar, diversidad, propósito, confianza, supervisión humana. “El bienestar no se improvisa. Se planifica”. Y el liderazgo del futuro deberá moderar el ritmo, cultivar el pensamiento crítico y construir sentido en medio de la aceleración.

Para poner el broche, la directora de La Salle Professional & Executive Education, Maypi Torné, planteo una de las reflexiones claves: en el debate actual ponemos demasiado el foco en lo que la IA sustituirá. Pero el valor real está en lo que puede potenciar.

Cuanto más accesible es la tecnología, más importante será el talento. Necesitamos personas que interpreten el contexto. Que formulen mejores preguntas. Que sepan aprovechar el potencial de la IA para amplificar el trabajo humano sin reemplazarlo.

La jornada dejó unas ideas compartidas:

La IA no es un proyecto tecnológico. Es un proyecto de dirección.
No corrige la falta de estrategia: la expone.
No reduce el papel del liderazgo: lo eleva.
No sustituye a las personas: las obliga a crecer.

El futuro no será de quienes adopten IA más rápido.
Será de quienes sepan anticipargobernar y dar sentido.

Miguel Barrionuevo
Miguel Barrionuevo

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