Saltamos hacia el optimismo

por | Sep 29, 2023

Richard Gerver explica en su libro El Cambio que este concepto nos provoca temor. Asegura que “a muchas personas les preocupa lo desconocido, y eso se debe a su inseguridad y falta de confianza (…). Carecen de la fuerza necesaria para acometer los desafíos a los que se enfrentan”.

El cambio y la gestión del mismo son procesos complejos. Es normal que en muchas ocasiones atrevernos a dar el salto nos cueste, ya sea en el ámbito profesional o en el personal. Por eso desde hace años cada vez usamos a más psicólogos, coaches e incluso amigos hablar del concepto zona de confort. Esa área donde sentimos comodidad porque todo lo que nos rodea es conocido, hasta aquellos aspectos que son desagradables nos resultan familiares.

Esa área es cómoda, pero en la medida en la que perdamos las ganas de aprender y la curiosidad, nuestro desarrollo se frenará y viviremos en un estancamiento constante.

Considerar que estamos dentro de una zona de confort o no dependerá de nosotros mismos. Debemos hacernos preguntas y trabajar el autoconocimiento para saber si en determinados ámbitos hemos parado de aprender o nos sentimos insatisfechos con aquello que hacemos, pero no lo hemos cambiado por comodidad o seguridad.

Más allá del error

En muchas ocasiones es el miedo al error el que nos inmoviliza y no nos permite afrontar nuevos retos. Vemos el fallo como un todo que nos puede representar y no como un motor de futuro necesario para conseguir nuestros objetivos. En la interpretación que le demos a los errores también está el aprendizaje para el mañana y la oportunidad de no volver a cometerlos.

Ante patrones de pensamiento como estos, son muchos los expertos los que reivindican la cultura del “to do”, la de ponernos en marcha. Como decían en el cuento de ‘Alicia en el país de las maravillas’ sólo llegamos a alguna parte si caminamos. Nuestros objetivos sólo estarán más cerca si caminamos hacia ellos, y en ese camino sólo nos quedará entendernos con el error como un elemento consustancial a nuestros pasos.

Cómo hacer que mi camino sea más optimista

Carlos Hernández, profesor de la Universidad Carlos III, define el optimismo como “una actitud del ser humano relacionada con el hecho de pensar que las cosas que pasan pueden ser positivas y, que, en cualquier momento todo puede cambiar a mejor”.  En su libro Optimismo para torpes considera, además, que si pensamos con ilusión en el futuro empezaremos a vivir emociones positivas. Si tratamos de pensar de forma positiva el cerebro puede sobreponerse a las dificultades del camino o a los errores que cometamos en el mismo.

Para conseguir ese incremento de optimismo, hay una serie de pautas que es aconsejable seguir:

Objetivos SMART: Establecer metas que se puedan alcanzar y ser realistas con nuestras posibilidades, fortalece el optimismo. El acrónimo SMART resume muy bien las características de una buena meta:

  • Specific: Específico
  • Mensurable: Medible
  • Achievable: Alcanzable
  • Relevant: Relevante
  • Timely: Temporal

 

Visualizar: Si tienes un objetivo, trata de visualizar tu camino hasta él y cómo lo afrontas.

Meditar: Practicar meditación es un ejercicio sano para el cerebro y beneficioso según innumerables investigaciones. Nos ayuda a rebajar el estrés, a establecer distancia, a no perder el control y a pensar con claridad en situaciones extremas.

Entorno positivo: El contexto nos influye, por eso lo óptimo es evitar aquellos entornos más tóxicos que afectan a nuestro comportamiento.

Es cierto que estamos condicionados por los rasgos de nuestra personalidad y los aspectos del entorno que nos rodea, pero si aplicas estos consejos, empezarás a percibir la realidad de una manera más optimista y notarás que atreverte a dar el salto era más fácil de lo que pensabas.

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