Liderazgo retroactivo: ¿qué hacemos con Picasso?

El 8 de abril se cumplen 50 años del fallecimiento de Pablo Picasso. Y dicho acontecimiento, lejos de pasar desapercibido, ha suscitado un programa cultural de alcance internacional denominado Celebración Picasso 1973-2023, con la colaboración de las administraciones española y francesa.

Dicho evento trata de conmemorar su obra, tanto en Europa como en EEUU, e indagar, más aún, en el legado del genial artista, que nació en Málaga, en 1881, y falleció en Mougins, Francia, dejando, entre otras obras emblemáticas, el preciado Guernica (1937).

Sin embargo, no solo el arte del que es considerado como el mejor pintor del siglo XX ha trascendido en los últimos meses, también su actitud hacia las mujeres, protagonistas indiscutibles de sus obras, pues ha cosechado innumerables críticas.

Una vez más, la polémica está servida, también el sensacionalismo. ¿Separar la persona de su obra? Últimamente, la pregunta se torna recurrente cuando hablamos de grandes referentes.

Un Picasso capaz de inspirar a varias generaciones

Picasso, como otros grandes artistas del siglo pasado, encierra en sí mismo un gran liderazgo, vigente aún hoy en día por la enorme influencia que ejerce su obra en las y los jóvenes creadores y por cómo estos se sienten atraídos por su pintura.

Un líder es, para facilitadores y capacitadores, esa persona visionaria y carismática que inspira a varias generaciones, con una gran capacidad de trabajo, y Picasso poseía estas cualidades.

De hecho, en una entrevista concedido a elpais.es por Bernard Ruiz-Picasso, uno de los seis nietos del artista, este destacaba, respecto a esa conexión entre Picasso y los jóvenes de la actualidad, que con él y a través de él se conceptualiza el arte moderno, razón por la que es un genio, y los genios tienen una capacidad mítica para estar fuera de las normas.

La figura de Picasso y el revisionismo feminista

Quizás precisamente por esa capacidad para trascender más allá de su obra, por su magnetismo, aún intacto, la figura de Picasso se ha puesto en entredicho a través de lo que se ha denominado como revisionismo feminista, especialmente en el país vecino y auspiciado por el movimiento #MeToo, que tacha al autor de misógino e, incluso, de maltratador.

En España encontramos también algunos movimientos que se han hecho eco de esa nueva lectura del pintor, como el protagonizado por las estudiantes de arte de la Escuela Massana de Barcelona y su protesta silenciosa en 2021 en el Museo Picasso de Barcelona.

De hecho, la agenda oficial de Celebración Picasso 1973 – 2023 se hace eco de esta inquietud en torno a la figura del artista proyectando la exposición Picasso y el feminismo, que tendrá lugar en el Brooklyn Museum de Nueva York, y que pretende, como el propio site indica, abordar algunas de las preguntas más apremiantes que el público joven y diverso de los museos demanda sobre las cuestiones interconectadas de la misoginia, la masculinidad, la creatividad y el «genio», especialmente en torno a una figura compleja y mitificada como la de Picasso.

Sea como sea, los y las expertas en la obra y figura de Picasso piden prudencia a la hora de reinterpretar al genio para no caer en el efectismo.

Lamentablemente, existen muchas grandes figuras cuyo comportamiento en lo personal podría ser reprobable.

El poder del Guernica, más que un cuadro, un icono

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, comparecía en abril de 2022 en el Congreso de los Diputados, en Madrid, y recordaba una de las grandes obras de Picasso al señalar: estamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937, cuando se bombardeó una de vuestras ciudades, Guernica. Zelenski se refería, claro está, al bombardeo ocurrido en el municipio de Vizcaya en esa fecha, sin embargo, el que dicho acontecimiento se convirtiese en símbolo de los desmanes bélicos fue obra de Picasso, quien amplificó el suceso a través de su obra para darle un alcance internacional.

Picasso encarna aún ese liderazgo retroactivo al que nos referíamos anteriormente. Que el Guernica se haya convertido en un símbolo pictórico de la paz así lo demuestra. También que dicho cuadro sentara las bases de la pintura como un acto social, transformador e incluso político.

Así que, la pregunta no deja de estar en el aire, ¿podría el comportamiento de un autor invalidar una obra de tal calado? ¿Puede la huella de un líder empresarial desdibujarse de la misma manera?