¿Qué es la economía circular?

Varios estudios sostienen que se necesitan 1,75 planetas para satisfacer la demanda anual de recursos y productos. La cumbre de la ONU alerta sobre la emergencia del problema y exige un cambio en nuestras prácticas: es el momento de la economía circular.

¿Sabías que generamos 10.000 millones de residuos de toneladas al año? La economía circular es un sistema de aprovechamiento y organización de recursos que se inspira en el modelo circular de la naturaleza donde no existe el concepto de desperdicio.
Compartiendo, alquilando, reutilizando, reparando, renovando y reciclando materiales y productos existentes todas las veces que sea posible, creamos valor añadido y alargamos el ciclo de vida de los productos, de manera que reducimos el nivel de residuos al mínimo.

Los sistemas naturales existen desde hace millones de años. En el mundo natural no hay desperdicios sino que la materia fluye: los residuos de una especie se convierten en alimento para otra. La energía proviene del sol, los seres vivos crecen, mueren y así los nutrientes son recuperados por el suelo. Sin embargo, los seres humanos hemos adoptado un enfoque lineal donde creamos, producimos y desechamos. Incluso algunos artículos tienen obsolescencia programada, siendo creados específicamente para dejar de funcionar y obligarnos a comprar nuevos.

Cada vez que desechamos, en muchos casos generamos residuos tóxicos. ¿No deberíamos entonces cambiar nuestra forma de pensar lineal a un pensamiento circular? Imitar el ciclo de la naturaleza, contribuir a crear capital el lugar de reducirlo, cambiando por ejemplo los envases o haciendo retornar y renovar los materiales más allá de su vida útil.

Principios de la economía circular

La economía circular descansa en varios principios:

    1. La eco-concepción: considera los impactos medioambientales a lo largo del ciclo de vida de un producto y los integra desde su concepción.
    2. La ecología industrial y territorial: establecimiento de un modo de organización industrial en un mismo territorio caracterizado por una gestión optimizada de los stocks y de los flujos de materiales, energía y servicios.
    3. La economía de la “funcionalidad”: privilegiar el uso frente a la posesión
    4. El segundo uso: reintroducir en el circuito económico aquellos productos que ya no se corresponden a las necesidades iniciales de los consumidores.
    5. La reutilización: reutilizar ciertos residuos o ciertas partes que todavía pueden funcionar para la elaboración de nuevos productos.
    6. La reparación: encontrar una segunda vida a los productos estropeados.
    7. El reciclaje: aprovechar los materiales que se encuentran en los residuos.
    8. La valorización: aprovechar energéticamente los residuos que no se pueden reciclar.

La economía circular se presenta como un sistema de aprovechamiento de recursos donde priman las R múltiples: repensar, rediseñar, refabricar, reparar, redistribuir, reducir, reutilizar, reciclar y recuperar energía.

¿Por qué la economía circular?

Según un reciente informe de ONU Medio Ambiente, en el que han participado un grupo de científicos independientes, la economía circular y un uso más inteligente de las materias primas podría reducir entre un 80 y un 99% los desechos industriales en algunos sectores y entre un 79 y un 99% de sus emisiones contaminantes.

Además de mejorar nuestro planeta, la economía circular supone crecimiento y empleo: se estima que crearía hasta 580.000 empleos en la UE. Las empresas que han puesto en práctica este sistema están comprobando que reutilizar los recursos resulta mucho más rentable que crearlos desde cero. Los precios de producción se reducen, de manera que el precio de venta también baja, beneficiando así al consumidor no sólo en lo económico sino también en la vertiente social y medioambiental. Las empresas con un propósito social y medioambiental gozan de mejor valoración de los consumidores y atraen el talento.

Además, la economía circular supone crecimiento y empleo: se estima que crearía hasta 580.000 empleos en la UE. Las empresas que han puesto en práctica este sistema están comprobando que reutilizar los recursos resulta mucho más rentable que crearlos desde cero.

Reciclar, utilizar el transporte público, cerrar los grifos correctamente, utilizar envases naturales, llevar tus propias bolsas al supermercado, mirar bien los componentes de los productos, comprar lo que necesitamos, evitar las bandejas de poliestireno expandido, dejar de recibir publicidad por correo postal, usar botellas retornables o buscar alternativas para el consumo local son algunos de los pequeños actos que podemos hacer y que suponen un gran impacto. Trabajar la conciencia individual como ciudadanos, cambiar nuestro chip y empezar a repensar nuestros patrones de consumo es esencial para el cambio colectivo.