Olga Blanco (IBM Consulting) y Clara Lloveres (Shopopop) abogan por impulsar la innovación sin perder de vista lo humano. La revolución tecnológica también necesita sensibilidad.
En 1968, Margarita Salas se quedó al frente del laboratorio que compartía con su marido en el Centro de Biología Molecular. Muchos dudaron de que pudiera liderarlo sola. Diez años después, descubrió la ADN polimerasa phi29, una enzima que revolucionó la biotecnología. Lo hizo con la receta que mejor conocen las mujeres que transforman: una idea nueva y la decisión de no rendirse.
Esa misma energía resonó en el encuentro Más Mujeres CEO, celebrado el pasado 30 de octubre en el espacio All In One de CaixaBank. Bajo el lema Mujeres por el cambio, Olga Blanco, vicepresidenta de IBM Consulting y presidenta del Clúster de Industrias Creativas y Videojuegos de Madrid, y Clara Lloveres, country manager en España de Shopopop, protagonizaron una conversación sobre cómo innovar con propósito.
Porque, como diría Salas, la disrupción no es una cuestión de tecnología, sino de persistencia.
Olga Blanco: “La innovación no sirve si no cambia nada”
Con más de treinta años de trayectoria en el sector tecnológico, Olga Blanco lo tiene claro: “Innovar no es meter tecnología, sino cambiar la forma de trabajar”.
Desde su posición en IBM, ha sido testigo de cómo muchas compañías han querido “digitalizar” sin transformar. “Hay empresas que usan la tecnología para hacer lo mismo, solo que más rápido o más automático. Pero si no cambia la cultura, no hay innovación”, subrayó.

Su apuesta pasa por un liderazgo más humano y horizontal. “Cuando empecé en consultoría, nadie se movía hasta que el jefe se levantaba. Hoy no concibo un equipo que funcione con miedo. Liderar es generar confianza y dar espacio para que las personas quieran trabajar contigo”, explicó.
Y lo hace con gestos sencillos pero significativos: reuniones de pie para fomentar la agilidad y la claridad, y encuentros semanales sin agenda, solo para escucharse. “Eso es lo que crea equipo: que haya un momento sin KPI, sin plan, sin jerarquías”.
Para Blanco, el cambio empieza por las personas, y su liderazgo es el reflejo de esa convicción. “La diversidad y la inclusión no se predican: se practican. Los resultados llegan cuando las personas sienten que pueden ser ellas mismas”.
Clara Lloveres: “La tecnología tiene sentido solo si mejora la vida de las personas”
Clara Lloveres dirige la filial española de Shopopop, una start-up francesa que ha reinventado la última milla mediante un modelo de transporte colaborativo. En su empresa, los clientes pueden enviar y recibir productos a través de usuarios que aprovechan sus trayectos diarios para hacer entregas.
“El centro de todo son las personas”, afirma. “Tenemos datos, algoritmos, tecnología… pero lo más valioso es la escucha: saber qué necesitan nuestros clientes y nuestros repartidores”.

Lloveres llega al sector tecnológico tras más de 15 años en el mundo de la moda. “Pasar de la moda a la logística fue un salto al vacío. Me encontré con una plantilla muy joven y una cultura totalmente digital. Aprendí que la experiencia y la paciencia también son una forma de innovación”, cuenta con naturalidad.
Para ella, el liderazgo femenino aporta justo eso: flexibilidad, comunicación y empatía. “La innovación no está solo en las herramientas, sino en cómo las usamos. Si no escuchas, si no generas confianza, si no pones a las personas en el centro, no estás cambiando nada”.
Liderar el cambio sin perder el equilibrio
La conversación giró también hacia un tema ineludible: el bienestar.
Según el informe de Deloitte 2024, más de la mitad de las directivas reconocen sufrir estrés o agotamiento. La pregunta es cómo encontrar equilibrio en sectores tan exigentes.
Para Olga Blanco, la clave está en la cultura corporativa. “Podemos tener muchas ideas, pero si la empresa no acompaña, todo se cae. Liderar también es cuidar. Y eso incluye aceptar el error, ofrecer feedback constructivo y permitir que el equipo respire”.
Clara Lloveres coincide: “La prioridad no siempre es el trabajo. Hay que aprender a salir del problema, dar un paseo, hacer deporte, hablar de otras cosas. Si tú no estás bien, tu equipo tampoco lo estará”.
Ambas coinciden en algo esencial: el liderazgo del futuro no será el del sacrificio, sino el del equilibrio y la empatía.
La inteligencia artificial: tecnología con sentido común
La conversación desembocó en un tema inevitable: la irrupción de la inteligencia artificial. El Foro Económico Mundial estima que el 44% de las habilidades laborales cambiarán en los próximos años. ¿Cómo garantizar que esta transición sea ética y humana?
Para Blanco, la respuesta está en la diversidad. “La IA no es nueva, pero ahora es visible. Lo importante es cómo la entrenamos: quién selecciona los datos, quién define los patrones. Si no hay mujeres, si no hay voces distintas, habrá sesgos”.
Desde IBM, impulsa equipos multiculturales y plurales precisamente para evitarlo. “Las mujeres tenemos un papel clave en asegurar que la IA sea inclusiva. No necesitamos entender el motor, sino decidir para qué lo usamos. La tecnología sin propósito no tiene alma”.
Lloveres añade un matiz: “La IA no puede replicar el sentido común, la empatía o el humor. Son habilidades humanas que las mujeres aportamos de manera natural. Y en un mundo automatizado, eso será nuestro gran valor diferencial”.
Tres mensajes para las que vienen
La conversación cerró con un guiño a las nuevas generaciones. Olga Blanco lo resumió en tres ideas:
- Confía en ti. “Tu superpoder es ser tú misma. No te compares. Ser la única mujer en una sala no es debilidad, es ventaja”.
- Crea tu red. “Nadie tiene éxito sola. Tu red —de colegas, mentores o amigas— te sostiene cuando caes y te impulsa cuando dudas”.
- Sigue aprendiendo. “No solo tecnología: aprende empatía, comunicación, autoconocimiento. El crecimiento profesional empieza por el personal”.
Clara Lloveres completó el mensaje con su propia fórmula: potenciar lo que se te da bien, rodearte de referentes diversos y practicar la paciencia optimista. “Las cosas no siempre llegan rápido, pero llegan. La impaciencia te mueve, la paciencia te sostiene”, dijo sonriendo.

El futuro tiene rostro de persistencia
En 1968, Margarita Salas abrió camino en un laboratorio. Hoy, Olga Blanco y Clara Lloveres lo abren en empresas que transforman tecnología en impacto social. Y quizás el hilo invisible que las une sea la misma certeza: la innovación más poderosa no es la que impresiona, sino la que mejora vidas.
Porque como recordaba Salas, “lo importante no es tener una idea, sino no rendirse hasta demostrarla”. Y eso, más que ciencia, es liderazgo.



