Walt Disney soñaba mundos imposibles que convertía en realidad

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Helena López-Casares Pertusa| Madrid

 

Una de las voces más reputadas del mundo de la Programación Neurolingüística, Robert Dilts, fascinado y atraído por los logros de Walt Disney, decidió analizar su esquema mental. Para ello, estudió sus películas, sus escritos, sus documentales y se entrevistó con personas que trabajaron con él. Fruto de sus investigaciones surgió el Modelo de Creatividad de Disney.

Dilts estableció que Walt Disney se movía en tres estados distintos cuando creaba y trabajaba. A estas tres etapas las llamó el soñador, el realista y el crítico, y concluyó que cada una de ellas estaba guiada por unos patrones distintos de pensamiento.

Cuando Disney actuaba como soñador exponía y sacaba a la luz todas las ideas que le venían a la mente, sin juzgarlas, sin calificarlas en posibles e imposibles, en viables o inviables. De esta manera, le daba vía libre al torrente imparable de ideas que manaba de su cabeza. En esta fase de pensamiento todo es válido. Se trata de darle unos días libres al juicio para evitar que se interponga en la libre aparición de ideas y apague la bombilla antes de que se encienda.

[pullquote]El Modelo de Creatividad de Disney es un proceso circular y se retroalimenta constantemente[/pullquote]

En la fase realista es cuando el análisis hace su aparición. Ahora sí sometemos todas las ideas a examen y nos quedamos con las que se adaptan al proyecto que estamos acometiendo.

En la última etapa el crítico entra en escena. Esta fase se caracteriza porque todo se vuelve a cuestionar, se repasa de nuevo lo que creemos que es lo mejor y se vuelve la vista hacia los aspectos que no se tuvieron en cuenta para descubrir qué es lo que le falta al proyecto. Se trata de alejarse lo suficiente, de despegarse, con el fin de echar un segundo vistazo y ver aspectos nuevos que se nos podían haber pasado por alto en la segunda fase.

El Modelo de Creatividad de Disney es un proceso circular y se retroalimenta constantemente. Ahí está su gracia, ya que no consiste en pasar de una etapa a otra sin más. En muchos casos, hay que volver a la etapa de soñador para rescatar algunas ideas que el realista tiró a la basura. Del mismo modo, el crítico puede descubrir puntos de mejora que quizá deban ser revisados por el creador ya sea en su fase inicial de soñador o en la etapa realista. Es importante señalar que el paso de un estado a otro debe realizarse de manera completa; es decir, si estamos en modo soñador no podemos descartar ideas porque ese es el papel del realista, ni hacer comentarios negativos que son más propios del crítico. Si no queremos limitar o, peor aún, matar la capacidad creativa, soñemos en la fase soñadora, evaluemos en la realista y pongámonos el sombrero de la mejora en la fase crítica, pero no llevemos el traje equivocado a la fiesta a la que nos han invitado.