Metodologías Agile + Lean: el mejor cóctel para adaptarse a los cambios

Sobrevivir y destacar en la actual época de cambios obliga a las empresas a ser extremadamente ágiles, no sólo para transformar sus procesos internos, sino también para modificar los productos o incluso desarrollar nuevos modelos de negocio.

Es imposible desarrollar estrategias generales que garanticen el éxito de los cambios de rumbo a cualquier tipo de empresa, porque cada una es un mundo. Pero sí existen algunas metodologías de trabajo perfectamente testadas, que pueden funcionar como un buen punto de partida a la hora de diseñar esa nueva meta de nuestra compañía. Hoy hablaremos de dos de las más conocidas y, también, de las que más influencia tienen en la actualidad: Lean y Agile.

En este contexto, una de las tareas más importantes de cualquier CEO es la de saber elegir el nuevo camino a explorar por su compañía y, sobre todo, ser capaz de trazar la hoja de ruta que le permita llegar a ese destino

Dos caminos y un mismo objetivo

Lean es un modelo organizativo que tiene su origen en el funcionamiento de las fábricas de la marca japonesa Toyota. La filosofía era muy sencilla: al cliente hay que entregarle un producto prácticamente perfecto (es decir, con el mayor valor y calidad posible), lo que implica contar con unos procesos de producción que no cometan errores. Básicamente, porque todo aquello que no aporte valor al producto final se considerará desperdicio y será eliminado.

Agile bebe de ese interés de Lean por ofrecerle al cliente el mejor producto posible, pero su metodología para conseguirlo es radicalmente distinta. Aquí ya no existe esa obsesión por la perfección, ni en el proceso de fabricación ni en el producto que se pone en el mercado. De hecho, el objetivo es que esa perfección se consiga después, gracias a las aportaciones de los clientes. En definitiva, aboga por lanzar productos y servicios en fase beta.

La filosofía de Agile es mucho más flexible, entre otras cosas, porque bebe de un conjunto de principios que fueron formulados por un grupo de gurús del software allá por 2001. Y ya sabemos que en el mundo de la informática la infalibilidad prácticamente no existe, de ahí que los productos experimenten muchísimos cambios después de haber sido lanzados al mercado, lo que incluye desde todo tipo de actualizaciones hasta los famosos parches de seguridad.

Mejor juntas que separadas

Lean y Agile no son metodologías sustitutivas, sino todo lo contrario. Al fin y al cabo, no hay mayor garantía de éxito para una nueva empresa o un nuevo producto que el hecho de que aterrice en el mercado tras haberse cuidado con mimo todos los detalles relacionados con su calidad, con el añadido de que luego pueda ser mejorado gracias al feedfack del cliente final.

Grandes compañías para las que la transformación digital constituye un auténtico reto están mezclando ambas filosofías para convertirse en organizaciones más ágiles

Pero es que la combinación del perfeccionismo de Lean y la flexibilidad de Agile también puede ser aplicada por el CEO de una pequeña empresa. De hecho, durante los últimos años ha nacido una nueva corriente, denominada Lean Startup, que básicamente aúna lo mejor de ambas metodologías, pues el objetivo es construir un producto mínimamente bueno con el menor coste posible, para ponerlo rápidamente en el mercado e irlo mejorando después, en función de las necesidades de los consumidores finales.

Por tanto, introducir los ingredientes Lean y Agile en una misma receta puede ser el mejor camino hacia el éxito de cualquier compañía. Al fin y al cabo, ambas metodologías comparten los mismos principios: la obsesión por la calidad, la orientación a las necesidades del cliente, la búsqueda de la perfección en los procesos de fabricación y, sobre todo, la capacidad para adaptarse a los cambios que permanentemente se producen en el mercado.