Las claves para hacer un pitch perfecto

Laura Martín | 19 de febrero de 2015

Captar la atención del público con algo impactante. Una imagen de fondo de una chica disparándose en la cabeza con una pistola y un discurso conciso. Así, fue como comenzó el pitch que dio Ángel Garrorena en el Salón Mi Empresa.

Una imagen tan extravagante como esa produce un mínimo de interés y atención por saber qué es lo que nos van a contar. Con ello, el pitcher ya se ha ganado antes de empezar la curiosidad por parte de su público.

¿Cuántas veces le han ofrecido hacer una conferencia y ni si quiera sabe por qué lo ha hecho? Lo primero es saber por qué quiere hacer un pitch, qué quiere conseguir con ello y cómo quiere influir en los demás. El motivo debe tener implícito la necesidad de resolver a los demás sus dudas, de hacer su vida más fácil. Si solo tiene en mente la idea de vender, de satisfacer su propia necesidad no será capaz de llegar a los demás.

Hacer un buen discurso no es sencillo y hay que tener en cuenta muchos factores. Lo fundamental ajustarse al tiempo y tener las ideas claras de lo que quieres transmitir. Enrollarse más de la cuenta puede hacer perder el hilo de la conferencia y resultar pesado y aburrido.

Las claves de un pitch perfecto, por Garrorena:

1. Saber a quién se habla. Es fundamental conocer a su público, su género, edad e intereses. Cuánta más información tenga sobre él más podrá acercarse a ellos.

2. Tener claro el mensaje. La idea principal de lo que quiere transmitir debe ser concisa y tener también una estructura clara de cómo va a desglosar esas ideas.

3. Crear impacto. Comenzar el discurso con una frase de unos 30 segundos que deje al público con ganas de saber más. Acompañarlo con imágenes o vídeo también suscita interés. 

4. Aportar un beneficio y solucionar una necesidad. Cumplir las expectativas que tiene el público que va en busca de la solución de un problema que quiere resolver.

 5. Ajustarse al tiempo. Una conferencia muy larga puede aburrir al público y que deje de prestar interés. Hay que saber decir más con menos. Unos 20 minutos es el tiempo ideal para que la sala recuerde las ideas básicas de su mensaje.