El futuro es joven (si sabes integrarlo): cómo las empresas pueden transformar su liderazgo para atraer y hacer crecer al talento Z

por | Nov 10, 2025

Las empresas reclaman compromiso al talento joven, pero ¿qué hacen para integrarlo? La Fundación Universidad-Empresa lanza el sello “Empresa impulsora del talento joven” y abre un debate urgente: ¿estamos sabiendo sumar generaciones? El talento joven no es el problema: es el síntoma de un nuevo tiempo.

La Generación Z ya representa más de una cuarta parte de la fuerza laboral mundial. Son digitales, idealistas y radicalmente sinceros. Pero también, según muchas empresas, “impacientes, poco comprometidos y sin habilidades sociales”. ¿Y si el conflicto no está en ellos, sino en cómo las organizaciones los están interpretando?

El profesor Daniel Arias-Aranda lo resumía con crudeza en Canal CEO: “Engañamos más que enseñamos”. Cree que el sistema educativo y empresarial les ha prometido meritocracia y estabilidad, pero les ha entregado incertidumbre y precariedad. No es extraño que muchos jóvenes busquen algo más que un sueldo: buscan sentido, propósito y coherencia.

Mientras tanto, los líderes de Recursos Humanos siguen lamentando la “fuga de talento” o el “turismo laboral”. Pero, ¿cómo pedir fidelidad a quienes crecieron viendo la obsolescencia programada del empleo? En palabras de la psicóloga Kim Hollingdale, de la Universidad Pepperdine, “la Generación Z tiene la peor colección de factores estresantes entre los trabajadores del presente”. El compromiso no se exige: se inspira.

Más allá de la etiqueta: del choque generacional a la alianza intergeneracional

Las empresas que están comprendiendo este cambio ya no intentan “domar” a los jóvenes, sino escucharlos. Lo decía Xavier Marcet en su Decálogo del liderazgo humanista: “Una empresa es una comunidad de personas alrededor de un propósito que trate de aportar valor corporativo y social a la vez”. Y ese propósito debe ser compartido, no impuesto.

Para los nuevos profesionales, la jerarquía se gana por influencia, no por cargo. En este sentido, Víctor Peris señalaba que “los GenZers necesitan espacio para correr; si les das confianza, lo harán más rápido que ninguna generación anterior”. La clave está en el equilibrio: combinar la experiencia del talento senior con la frescura de quien empieza, convertir el relevo en diálogo.

Esa es la esencia del liderazgo humanista del siglo XXI: menos control, más acompañamiento. En BBVA, por ejemplo, María Gómez Seco lo expresaba así durante la entrega del nuevo sello de la FUE: “Apostar por el talento joven es apostar por el futuro del banco y de la sociedad. Nos mueve la convicción de que los jóvenes no solo transforman las organizaciones, sino también el mundo que compartimos”.

Integrar generaciones no es un reto de Recursos Humanos, sino de cultura organizacional. Las empresas que lo logran —y ahí está la oportunidad— son las que entienden que la curiosidad, la escucha y la diversidad no son valores blandos: son palancas de innovación y sostenibilidad.

El nuevo sello FUE: un aval que impulsa la integración real del talento joven

El reciente reconocimiento de la Fundación Universidad-Empresa (FUE) a BBVA, ACCIONA y Telefónica como primeras “Empresas impulsoras del talento joven” marca un punto de inflexión. Este sello, avalado por Cámara Certifica y respaldado por RedFUE, no es una medalla, sino un estándar. Evalúa cinco ejes esenciales: desde el diseño de la plaza de prácticas hasta la tutorización y la formación adicional.

Como señaló Carmen Palomino, directora general de la FUE, “formar a un joven en prácticas no es un trámite. Es una oportunidad para enseñar, inspirar y transformar”. La excelencia, la innovación y el acompañamiento son los pilares de este modelo. En otras palabras: no basta con atraer jóvenes; hay que integrarlos y hacerles crecer.

La certificación, además, se convierte en una ventaja competitiva. Refuerza el employer branding, impulsa la atracción de talento y, sobre todo, genera orgullo de pertenencia. En un mercado donde los jóvenes valoran más la cultura que el salario, la coherencia se ha convertido en la nueva moneda.

Y lo más importante: este sello visibiliza a las compañías que no ven las prácticas como un trámite burocrático, sino como una inversión en futuro. Fernando Martínez, presidente de RedFUE, lo resumió con una idea poderosa: “Cuando trabajamos en red, multiplicamos el impacto. Este sello es el aval de toda una comunidad que cree en el poder del aprendizaje compartido”.

Un liderazgo que no enseña, sino que aprende

En el fondo, integrar al talento joven no consiste en “entenderlos”, sino en desaprender. Y en esa transición, la curiosidad es el puente que une generaciones: la capacidad de escuchar sin juzgar y de cuestionar sin miedo.

Los líderes que crean espacios psicológicamente seguros —donde preguntar no sea peligroso y el error se viva como aprendizaje— son los que logran equipos más comprometidos y creativos. Según el Foro Económico Mundial, la curiosidad será una de las competencias clave para mantenerse en el mercado laboral de este siglo.

En definitiva, el futuro no es joven ni viejo: es colaborativo. Las organizaciones que sobrevivan no serán las más rápidas ni las más grandes, sino las que mejor aprendan juntas. Como concluye David Boronat, CEO de Multiplica: “La curiosidad debería ser parte de nuestra ventaja competitiva. A partir de ahí, la pregunta es el camino”.

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