El camino de la sostenibilidad

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Hace apenas unos meses Juan Costa, que fue ministro de Ciencia y Tecnología en el Gobierno de José María Aznar, aceptó el reto de liderar a nivel mundial el área de Sostenibilidad y Cambio Climático de Ernst&Young. Desde Londres dirige un equipo global y multidisciplinar con más de 700 profesionales.

Juan Costa está firmemente convencido de que la calidad de los equipos y la forma de trabajar hace que Ernst&Young se esté posicionando para ser una de las firmas de referencia a nivel mundial en el asesoramiento de estos servicios. No es un entorno fácil. La reunión internacional sobre Cambio Climático de Durban a finales de año puso sobre la mesa que aún queda mucho por hacer. Lo que sí está claro es que el tiempo se agota.

¿Qué supone para ti liderar los servicios de Cambio Climático y Sostenibilidad de Ernst&Young?

Se trata de un ámbito que me apasiona y al que he dedicado buena parte de mi tiempo. Respecto a Ernst&Young ha sido mi casa a lo largo de distintas etapas de mi vida profesional y es para mí un reto conseguir que la Firma se convierta en la primera consultora sobre sostenibilidad a nivel global.

¿Qué papel puede jugar Ernts&Young en este área?

Ernst&Young se encuentra ante una gran oportunidad. Nos hemos marcado 5 ó 6 países prioritarios y España es uno de ellos. Contamos con un buen posicionamiento en los diferentes sectores de la actividad y un equipo de más de 700 profesionales a nivel global con experiencia en este campo. Respecto a los servicios, desarrollamos soluciones concretas en función de cada sector de actividad porque el impacto que el cambio climático tiene en un banco es muy diferente al que ejerce sobre una compañía eléctrica, por poner un ejemplo.

¿Está cambiando el mercado?

Estamos en un momento en el que la demanda de servicios relacionados con el cambio climático y la sostenibilidad está creciendo. La economía sostenible es el único cambio posible. Las empresas no están preparadas para ese nuevo marco no podrán competir y los inversores apuestan en esa dirección. Quieren saber si las empresas en las que invierten seguirán siendo rentables en los próximos años. Para ello es fundamental reportar datos que permitan evaluar el impacto que tiene en las cuentas  de las empresas el precio que tenían que pagar por los costes ecológicos y sociales de su actividad.

¿Cuáles son los principales retos para las empresas?

Muchas empresas están dando ya los pasos adecuado, pero necesitan contar con unas reglas definidas a nivel global que ahora no existen. La nueva economía sostenible plantea dos campos de actuación: la transparencia y el precio por contaminar. Ahora los mercados de carbono están llenos de incertidumbres, pero van a tener un impacto extraordinario en el futuro y no podemos dar la espalda. Se calcula que unos 10 años estarán valorados en unos 2 trillones de dólares. Las empresas se deben preguntar cómo les va a afectar. ¿Qué impacto tendrá en los beneficios? ¿Cómo cambiará la forma de hacer negocios?¿Pondrá en peligro la viabilidad de algunas de sus divisiones? Son interrogantes para los que hay que estar preparados. Todos y  cada uno de nosotros (economías, países, empresas, personas…) tenemos que retratarnos, definir cuál es nuestra huella ecológica, y fijar un sistema de precios de los productos a los bienes naturales que son escasos. Una economía que no lo valore, sin un sistema de precios y sin transparencia, no puede funcionar.

La pasada reunión de Naciones Unidas celebrada en Durban sigue poniendo de manifiesto la dificultad de llegar a un acuerdo global para luchar contra el cambio climático. ¿En su opinión que va a suceder en próximas reuniones?

En Durban se tendría que haber dado un paso más. Se deberían aprobar nuevas medidas. Una parte del problema es que nos centramos en quien paga la factura del cambio a una economía sostenible, en lugar de cuáles son las medidas necesarias para lograrlo. Por ejemplo, ¿vamos a apostar por la energía nuclear a escala global?¿Estamos dispuestos a eliminar costes al empleo y a la ceración de valor, y establecer, a cambio, impuestos para las actividades contaminantes? Creo que sería más fructífero centrar el debate global en lograr medidas concretas. La comunidad empresarial lo está reclamando.