Egos que sobran

%banner%
%home%

 

Helena López-Casares Pertusa| Madrid

 

Existe un peligrosa línea que no podemos cruzar y que se vuelve más cercana cuando los éxitos nos encumbran, nos endiosan. Por eso, es importante que el entorno en el que nos movamos contribuya a la estabilidad y al equilibrio. Los casos de personas que sobreestiman sus habilidades por encima de los límites admisibles y tienen una necesidad excesiva de admiración y afirmación rozan el narcisismo. Manifiestan un enamoramiento de sí mismos o una vanidad basada en el ego. El concepto proviene del mito griego del joven Narciso, quien se enamoró insaciablemente de su propia y hermosa imagen reflejada en el agua y acabó de forma dramática, arrojándose a las aguas incapaz de dejar de admirar su belleza. Según la mitología, en el lugar donde su cuerpo cayó brotó una hermosa flor que hizo honor al nombre y a la memoria de Narciso. Hay muchas variedades de esta flor, todas preciosas, pero en lo que no todo el mundo se pone de acuerdo es en si su aroma es o no agradable. Algunas variedades son realmente empalagosas y su intensidad puede cansar o aturdir, al igual que una personalidad excesivamente narcisista.

Por egocentrismo entendemos la característica que define a una persona que cree que sus propias opiniones e intereses son más importantes que los de los demás. Cuando hacemos al yo el centro de nuestra existencia nos olvidamos de los otros y perdemos la verdadera dimensión de las cosas. Una persona egocéntrica es incapaz de ponerse en los zapatos de los demás, es decir, no puede sentir empatía, uno de los principios sobre los que se asienta la inteligencia emocional. La empatía facilita el progreso de las relaciones humanas, ya que la capacidad de leer emocionalmente a las personas, para comprender y saber realmente qué sienten, es un mapa de ruta que nos ofrece pistas para saber cómo adaptarnos a los requerimientos de cada situación, evitando herir a los demás a través de la frialdad y la insolidaridad.

Los rasgos más visibles del egocéntrico se concentran en los siguientes puntos:

  • Reclama una atención excesiva.
  • Cree que se lo merece todo.
  • Anula a los demás.
  • Piensa únicamente en su propio beneficio, gustos y comodidades.
  • Exagera sus logros y capacidades.
  • Está gobernado por una grandiosidad imaginaria.
  • Carece de empatía.
  • Su comportamiento es arrogante y soberbio.

 

 

 

Si quieres profundizar en el concepto de humildad, el artículo de Juanma Roca, Renace: cámbiate para cambiar el mundo te aporta pistas muy interesantes.