A nadie le puede sorprender la afirmación de que las pymes son clave en la economía española, suponiendo el 99 % del tejido empresarial, el 72 % de los empleados y el 62 % de los ingresos, según datos de la CEOE. Tampoco sorprende que la pandemia ha sido aprovechada por siete de cada diez empresas españolas para impulsar su transformación digital, pensando en la digitalización como una inversión necesaria y no como un coste o proyecto más.
No obstante, aunque las empresas digitalizadas han presentado una mayor resiliencia durante la crisis sanitaria, con una caída de ingresos de hasta 10 puntos menor que las no digitalizadas, en general, el grado de digitalización de las pymes es bajo en comparación con las grandes empresas españolas.
En los últimos meses, y por desgracia, se ha hecho realidad lo que llevábamos advirtiendo desde hace algunos años y que nos parecía muy lejano: las empresas que no pusieran en marcha planes serios de transformación digital se quedarían muy atrás, incapaces de competir o en serio riesgo de desaparecer en una mala coyuntura. Ese tiempo ha llegado, acelerado por la pandemia. Para algunos es quizá demasiado tarde, pero afortunadamente existe también una reacción importante.
El principal obstáculo para la digitalización no es la tecnología, sino la cultura y la mentalidad de las personas que dirigimos las empresas.
Un reto ineludible
Según las Fichas técnicas de las 21 iniciativas estratégicas del país publicado por CEOE, solo el 6 % de las pymes pueden vender online, frente al 42 % de las grandes empresas. Pero lo realmente sorprendente es que un 68 % de las pymes ni siquiera tienen acceso a internet, frente al 99 % de las grandes empresas. La falta de recursos y de financiación, sumado a la falta de conocimientos digitales y el desconocimiento sobre cómo la tecnología puede ayudar a su negocio, son solo algunos de los retos que deben enfrentar y que explican estas cifras tan alarmantes.
En este contexto aprobó el Gobierno el Plan de Digitalización, según el cual se destinarán 4.656 millones de euros del fondo comunitario a la digitalización de las pymes. Estas ayudas pretenden llegar al menos a a 1.350.000 pymes, pudiendo elevarse hasta 1,5 millones en función de las intensidades de las ayudas finales que se establezcan.
Sin embargo, por encima de todos los problemas mencionados, el principal obstáculo para la digitalización no es la tecnología, sino la cultura y la mentalidad de las personas que dirigimos las empresas. Además de suponer un escudo para la crisis, la digitalización también es una lanza para la recuperación. Es más, la recuperación vendrá de la mano de la digitalización. Si queremos subsistir, debemos enfrentar ese cambio cultural y hacer importantes sacrificios inversores que incluyan intensos planes de formación para nuestros profesionales.
Por otro lado, el trabajo 100 % e integralmente en remoto forma parte de la nueva realidad; las pequeñas y medianas empresas no pueden asegurarse un futuro si no cuentan con las posibilidades técnicas y humanas de facilitar el teletrabajo a sus empleados. Sin ir más lejos, según cálculos recientes de la Fundación Telefónica, la transformación digital de las empresas, especialmente de las pymes, será un factor clave para la recuperación económica en la etapa poscoronavirus de nuestro país y puede contribuir a que el PIB de España crezca el 1,8 % más al año hasta 2025.
La transformación digital de las empresas, especialmente de las pymes, será un factor clave para la recuperación económica en la etapa poscoronavirus de nuestro país y puede contribuir a que el PIB de España crezca el 1,8 % más al año hasta 2025
Digitivación: la reconstrucción sostenible
Esta última idea se engloba dentro de un concepto que en Sage llamamos “digitivación”, el cual presentamos en el 34 Encuentro de la Tecnología Digital y las Telecomunicaciones de AMETIC y que implica la reactivación económica a través de un ambicioso plan digital. Este debe afectar a todos los ámbitos de nuestro sistema socioeconómico, desde la capacitación de la fuerza laboral y de la ciudadanía en general, pasando por la reindustrialización, la innovación o la mejora de la administración pública hasta el tejido empresarial, armado sobre todo con pymes.
La digitivación propone una reconstrucción económica sostenible, entendida en términos holísticos, es decir, no solo la sostenibilidad evidente —y muy necesaria— del medio, sino la sostenibilidad de nuestro Estado de bienestar, de las condiciones laborales, de la empleabilidad, del acceso en igualdad a la educación y a las posibilidades de desarrollo pleno de las personas. Para lograrlo, solo existe un camino posible: la digitalización.
Las necesidades humanas no dejan de crecer, pero por otro lado tenemos un ecosistema de recursos escasos, con signos evidentes de agotamiento y riesgo de colapso.
La digitivación será la gran palanca que nos permita relanzar nuestra economía, maximizar la eficiencia de nuestro sistema productivo y sostener el bienestar de las personas.
