“Tenemos que tener muy claro cuál es el propósito y la misión que queremos liderar en nuestra vida”.
Experta en bienestar, neurociencia y mindfulness para empresas, Ana Hernández es además CEO y Co-fundadora de Quality Lives, consultora enfocada al bienestar organizacional y la transformación de entornos laborales que reivindica, para ello, el lado más humano de las empresas.
Ana Hernández participó el pasado 25 de abril en el tercer encuentro de Más Mujeres CEO, celebrado en S Gallery. Un evento donde rescatamos una de las figuras claves de la ciudad de Madrid, la de Maruja Mallo (Viveiro, 1902 – Madrid, 1995), artista surrealista e impulsora de Las Sinsombrero, colectivo de mujeres españolas pertenecientes a la Generación del 27, que rompió con los cánones tradicionales para abrazar la modernidad y transgresión en un entorno dominado por los hombres.
“Detrás de muchos procesos hay muchas decisiones que tienen en cuenta la intuición, el propósito”
La experiencia personal como impulsora del cambio
“Después de 20 años en el mundo tecnológico, donde la presencia masculina es mayoritaria, me planteé que quería hacer un cambio y no era precisamente de empresa, sino de contenido: Quería poner mi vida, la calidad de mi vida, por encima de la calidad del trabajo, porque lo tenía todo, pero no era feliz”. Con estas sinceras palabras, Ana Hernández verbalizaba así lo que sienten y padecen miles de profesionales (especialmente, mujeres) en nuestro país, esa necesidad de anteponer su salud, bienestar y satisfacción a todo lo demás, de colocarse en la cúspide de la pirámide de prioridades.
Su determinación y la certeza de que la trayectoria laboral no tiene por qué ser un camino de extenuación física y mental, de sacrificios, de renuncias y desilusiones, le llevaron a emprender bajo la convicción de que otra forma de hacer las cosas era posible.
Hoy en día, lidera Quality Lives, una empresa joven, de tan solo tres años, centrada en desarrollar el bienestar de los equipos de trabajo mediante la regulación del estrés emocional y mental, “no el estrés de la agenda, que es sobrevenido, sino el de los momentos críticos”, clarifica. En definitiva, lo que ha hecho Hernández es hacer de su experiencia un motor de motivación para mejorar la vida de otros profesionales que, como ella, sufren las condiciones impuestas por ambientes laborales excesivamente exigentes e, incluso, opresivos.
Inteligencia artificial e inteligencia emocional: hacia la convivencia
La empresa de Hernández ayuda a las organizaciones a diagnosticar problemas de estrés y malestar, implementar formaciones en habilidades de comunicación, gestión del estrés y actividades de team building, haciendo un seguimiento para evaluar el impacto de sus intervenciones en la creación de un ambiente de trabajo saludable. Todo ello a través de soluciones estratégicas dirigidas a mejorar la salud, la productividad y la satisfacción de los empleados y empleadas a través de un método propio.
Y lo hace en un momento crítico, cuando tecnologías como la IA desatan la incertidumbre en las plantillas y una exigencia extra de resiliencia, a veces difíciles de gestionar. Un momento que exige a los líderes habilitar nuevos marcos de convivencia entre la Inteligencia Artificial y la emocional: “En muchos casos, vamos a tener que convivir o dejar nuestros puestos de trabajo por una máquina, y hay que seguir poniendo a la persona en el centro, no todo es sustituible por una máquina, detrás de muchos procesos hay muchas decisiones que tienen en cuenta la intuición, el propósito”, opinaba Hernández.
El objeto de Ana Hernández: una brújula
“El objeto que he traído es una brújula. En este caso, además, la brújula tiene doble sentido, porque era una brújula de mi padre, que mi padre entraba a trabajar y salía de trabajar y se venía a casa y se levantaba y se iba a trabajar y volvía a trabajar. Y fue la primera vez que yo estuve muy cercana una muerte física delante de mí, porque murió en casa, post pandemia, y le veía y decía: es que te llevas lo que quieres, no te llevas ni las horas de trabajo, ni a los compañeros, ni las reuniones, sino los ratitos con su familia, con sus amigos, etc. Entonces, esta brújula me recuerda precisamente este norte, este liderazgo de nuestra vida. El norte es el que es, sabemos dónde está, nos orienta, una brújula nos acompaña y nos da referencia, pero tenemos que tener muy claro cuál es el propósito y la misión que queremos liderar en nuestra vida (…) porque muchísimos millones de personas van a padecer crisis existenciales”.