Hacia dónde va el mercado empresarial

Adrián Díaz-Caneja

@adriandcm

Borja Vilaseca, consultor y autor de “El principito se pone la corbata”, aborda en su nuevo libro, ‘Qué harías si no tuvieras miedo’ (Edita Conecta), las nuevas reglas del mercado empresarial y laboral que la crisis y la revolución tecnológica están cocinando. Para Vilaseca pasamos “de la era industrial a la era del conocimiento”, una época donde el valor añadido pasa por una fuerte aportación de creatividad y talento de las personas.

Las empresas se ven afectadas en varias dimensiones por este proceso. La mayoría aún basan su funcionamiento en la época industrial. Para Vilaseca hay detalles muy significativos que lo reflejan, como el hecho de que se siga llamando “recursos humanos” a las personas que integran la compañía.

Según Vilaseca vamos hacia un modelo más autónomo e individualizado en el que los grados de insatisfacción dentro de los equipos van a bajar. Sobre todo porque mantener trabajos será sinónimo de aportar altas cotas de valor añadido, algo que sólo conseguiremos dedicándonos a cosas con las que nuestra vinculación sea mucho más fuerte.

Equipos con vocación

Vilaseca explica que “vocación es poner tu voz interior en acción”. Y hoy en día “muchos escuchamos muchas voces pero no  la nuestra”. Lo positivo es que estamos “en un punto en que los profesionales deben descubrir dentro de sí mismos que es aquello que mejor hacen”.

Esto conduce a equipos más plenos, más satisfechos. Hasta ahora, dice Vilaseca, hemos vivido en una sociedad que nos ha condicionado par ser empleados, consumidores, personas que han dejado de lado su pasión a cambio de una seguridad con forma de nómina mensual. El proceso de cambio, asegura, es duro “porque significa ver mucha gente en desempleo con 30 o 40 años”. Sin embargo “la nueva época va más encaminada a ver qué nos apasiona. Algo que muchas personas no saben, es hora de pensar por uno mismo”.

Educación para la excelencia

Vilaseca incide en como la educación es uno de los aspectos que más debe evolucionar porque aún está en el plano del sistema industrial. Antes “necesitaban gente de poca mano cualificada, pero eso se definió en el siglo XIX”. Por eso reconoce que muchos jóvenes terminan su periodo formativo sin expectativas de futuro, perdidos. Y eso ocurre porque no se sigue creyendo en un proceso educativo marcado por la información y no por el despertar de los talentos y el hallazgo de las fortalezas de esos alumnos. Para el autor “la ideas nos es dar las respuestas a los chavales sino darle otro tipo de preguntas”.

Empresas más responsables

El consultor observa dentro de esta nueva realidad un cambio de conducta en las empresas. La variación viene determinada, sobre todo, por la consciencia de las marcas para con lo que les rodea.  Eso ocurre, según dice, en muy pocas empresas pero viene porque “detrás  hay personas que han tocado fondo. Y por eso buscan darle un sentido a sus vidas para dejar un legado más profundo, son gente que no quiere pasar por la vida de puntillas”.