El CEO como director de orquesta

Diego Posada

18 de octubre 2013

Iñigo Pirfano es director de orquesta. También filósofo. Gran parte de las reflexiones que le ha suscitado su trabajo en el mundo de la música y su formación están compiladas en el libro “Inteligencia musical”. La obra aborda diferentes temas de liderazgo, management o gestión de equipos desde el prisma de una persona que lleva años ligada a una batuta.

Así, una de las primeras comparaciones que realiza es la de CEO o director general con el director de orquesta. Para Pirfano aquel que dirige debe ser el capaz de conseguir una respuesta sin ordenarlo, simplemente transmitiendo entusiasmo. Dispensar entusiasmo y mostrar grandeza son los dos requisitos imprescindibles. Este último no se gana en ningún curso. Se trata de aumentar el grado de implicación de aquellos que nos rodean.

La expresión tener mano izquierda parece ser que proviene del mundo del toreo, donde se valora más encarar al toro con este mono. Pero según Pirfano la mano izquierda también es necesaria a la hora de dirigir orquestas. Hay que saber que se puede usar, a pesar de no contar con la batuta, pero que no se debe agitar en demasía. Por extensión, la mano izquierda ha pasado a ser aquella que sirve para hablar de la gestión de la relación de equipos. Es aquí donde, como ocurre en la empresa, vemos las dos caras de alguien que lidera. Podemos situarnos ante alguien que simplemente hace que las cosas funcionen y aquellos que dotan de un plus. Si los músicos ya saben qué tienen que tocar gracias a las partituras ¿Por qué es necesario alguien más? La capacidad de esa persona de inspirar y concertar es vital para la dimensión que podrá adquirir la obra ante os espectadores. Un buen director puede hacer que una orquesta mediana parezca grande. Un mal director logrará empobrecer la mejor orquesta. La misión de transmitir motivación es uno de los requisitos fundamentales de su labor.

Ese trabajo de motivación e inspiración tiene como objetivo hacer que los instrumentistas acaben por reaccionar como un grupo con espíritu propio. Liderar ese proceso exige una voluntad honrada y plena, que no admite fracturas entre lo personal y lo profesional.